Páginas

lunes, 1 de febrero de 2016

LA CAÍDA DE LA REVOLUCIÓN RENTISTA, por @garciasim



Simón García 28 de enero de 2016
@garciasim

A partir de su triunfo electoral, Chávez comienza a realizar un conjunto de reformas legales para tomar, desde el Ejecutivo, el mando de todos los órganos del Estado. Este origen electoral operó, por un lado, para  encubrir el inicio de un peculiar y suave golpe de Estado; pero por otro, como voluntaria contención al desenvolvimiento violento de la revolución.


Al lograr la subordinación de todo el poder institucional se propone un segundo propósito: la instauración monopólica del Estado o de agentes encubiertos suyos en las principales actividades económicas y el control de los medios de expresión de la sociedad. En este ámbito fueron cayendo en manos rojas los medios de comunicación y debilitados, con sistemática hostilidad, todas las organizaciones del movimiento popular, con particular saña contra los sindicatos.

Este desborde totalitario no avanzó más porque no siempre pudo doblegar la resistencia de una vocería crítica, las protestas reivindicativas o las acciones de controlado enfrentamiento político por parte de los partidos políticos de oposición, el  movimiento estudiantil, algunos gremios profesionales y un puñado de medios de comunicación, principalmente en el interior del país. La iglesia y su Conferencia episcopal sostuvieron  una relevante actitud de alerta, denuncia y orientación cívica. 

Pero el plan continuó. Y tras cada evento electoral o alguna equivocación opositora, se extendía, palmo a palmo, un modelo estatista, centralista y autoritario de ocupación militante de las estructuras fundamentales de la democracia, desnaturalizando la institucionalidad de la Fuerza Armada, destruyendo la economía privada y bombardeando doctrinariamente la conciencia social. El odio, el miedo y la desesperanza se convirtieron en emociones colectivas instrumentalizadas por el régimen.

El mecanismo para fomentar la dependencia al Estado de su base de apoyo y la sacralización de un supuestamente invencible líder único fue, con el grado de contradicción que contiene, el uso de la colosal renta para liquidar los centros neurálgicos del capitalismo privado.  La magnitud de los ingresos petroleros reforzó el cálculo de sustituir las capacidades productivas internas, en la industria y la agricultura, a fuerza de importaciones.

El país se hizo más rentista y más dependiente tanto de la oscilación de los precios petroleros como de las importaciones. Sectores capitalistas privados, expropiados o llevados a la quiebra, han debido ser suplantados por unidades productivas del Estado y bajo unas pautas de pobre inspiración socialista. Pero nada de eso ocurrió. .

Surgió la boliburguesía, derivación improductiva de una ineficaz burocracia militar/civil que se dedicó a copiar la versión comunista del socialismo implantado en Cuba, mientras se apropiaban de una parte escandalosa de la renta gracias a la más inmoral y gigantesca corrupción ocurrida en el país desde 1830. La riqueza de estos de estos amos del Estado y la preservación de su entramado de corrupción con narcotráfico, está pasando a ser la principal base de sustentación del régimen.  

 La situación actual de la población muestra el fracaso de la tragedia nacional que llegó con Chávez. Las cifras también desnudan el engaño del socialismo del siglo XXI: la participación del trabajo en la distribución de la riqueza disminuyó 5 puntos, mientras la del capital se incrementó en 12, entre 1998 y 2008.  Se ha incrementado la pobreza extrema, en medio de una infernal inflación y el más violento comportamiento de la criminalidad. 

La presidencia de Maduro es el símbolo del derrumbe. Entró en crisis un modelo que carece de sustentabilidad económica, de viabilidad financiera y de apoyo social. La renuencia a rectificar y la lucha agónica por detener los cambios agravará la crisis y hará más visible la urgencia de acometer unidos una reconstrucción del país compartida por todos los venezolanos.

Nos costó tiempo y repetidos esfuerzos la reconquista de la Asamblea Nacional. Existen muchos motivos para tener prisa. Tantos, que obligan a repensar continuamente cómo llevar a cabo la sustitución pacífica, democrática, constitucional y electoral del régimen.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico