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sábado, 6 de febrero de 2016

EL VÉRTIGO DEL DOGMA, por @AmericoMartin



Américo Martín 05 de febrero de 2016
@AmericoMartin

Esto no es socialismo. El socialismo no ha fracasado porque no lo hemos construido.

Aristóbulo Istúriz, 17 años después

Antonio García Ponce, alguna vez secretario nacional de  la Juventud Comunista hoy escritor y profesor democrático, me dice:

¡Qué difícil fue dejar de ser marxista-leninista! A ti te ocurrió lo mismo. Hay que aplicarse un berbiquí en la  cabeza.

Y en efecto, pertenezco a semejante estirpe, al igual que Antonio y otros  apreciados amigos, Teodoro, Pompeyo, Rodríguez Bauza, Pérez Marcano, Víctor Hugo de Paola y paro de contar. Más difícil nos resultó quebrar el engranaje del dogma que aprenderlo y deglutirlo. Como mucho más soltar las armas que empuñarlas pese a comprender, en pleno discurrir de los acontecimientos, que aquello era una necia ilusión, costosa, inhumana, demencial. El más tenebroso hijo del dogma.

Pero en compensación, captamos  más  profundamente la magnitud de la falacia una vez aplicada la operación neuro-quirúrgica mencionada por Antonio. En lo personal -lo he dejado escrito en una de mis obras- fue como un raudal expansivo de libertad interior.

¿El chavismo fue también un dogma? En parte, desde luego sí, pero nunca tuvo la coherencia interior del marxismo-leninismo y por eso se rellenó de complicaciones esotéricas. Y sobre todo se estructuró alrededor de  la sacralización del líder fundador. Su naturaleza divina lo eximía  de cumplir alocadas promesas, de atenerse a las leyes de los humanos. Se le permitía repartir culpas e imponer despojos al vaivén de su dedo errátil.

En una época de degradación de ideologías que entre los siglos XX y XXI ha derrumbado teorías, demolido estatuas, pisoteado efímeros demiurgos de revoluciones, racismos, socialismos   totalitarios, esta vaguedad conceptual le sirve a quienes mucho creen y nada saben, a quienes mucho roban, “autorizados” por el recóndito interés de la revolución y justifican la creciente pobreza de los venezolanos y la crisis humanitaria en la que el régimen los sumió. No tienen nada que responder ni explicar. Lo suyo supera el orden de la razón. Habrá  hambre y todo eso, pero en tono de soflama, pecho inflado y aire de fingida solrmnidad, proclaman tener lo esencial: Patria, Revolución, Socialismo, Bolívar-Chávez. Desde luego, en esquema tan irrisorio no cabe diálogo, prensa libre, debate respetuoso. El que discrepe, dentro o fuera, es el enemigo.

La ficción es insostenible porque –dicho sin hipérbole- el país no tiene salida. Las cifras de escándalo circulan abiertamente. No repetiré las diarias manifestaciones que revelan situaciones increíbles, desde incidentes tipo el ”Conejo” hasta las defunciones por hambre o degradación de la atención médica. Maduro insiste en aniquilar la  AN en vez de dialogar con ella. La inane astucia de “entenderse” con los industriales mientras suprime espacios democráticos es inviable. Su dilema parece extremo: conversa en serio o se somete a los procedimientos constitucionales indicados por Henry Ramos Allup y recientemente por Henry Falcón

La cita del epígrafe no lleva carga mordaz. Reconozco el complejo papel de Istúriz. Es sincero cuando insiste en el diálogo y también cuando intenta calmar reacciones internas recalcitrantes, al sugerir que no se menoscaba el socialismo que  no han construido. Claro, ¿pero dónde esconder el retintín de “Hecho en Socialismo”?

Menudencias, zarandajas, sonoridades, sortilegios, sombras chinescas. Entre Aristóbulo y Diosdado, mazazos del poder.

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