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miércoles, 25 de noviembre de 2015

Terrorismo, otra bomba de destrucción masiva, @renenunez51


Por René Núñez, 24/11/2015

La violencia como medio y fin, constituye una de las amenazas más grave para la paz y la seguridad del mundo. El uso sistemático del terror para tiranizar a sociedades o gobiernos, no tiene justificación humana alguna. Constituye una de las acciones más violatoria de los derechos humanos, las libertades, los principios de democracia y respeto al estado de derecho. Sus planificadores y ejecutores suelen venir de organizaciones políticas nacionalistas y no nacionalistas, corporaciones, grupos religiosos fundamentalistas, racistas, colonialistas, independentistas revolucionarios, conservadores, radicales y desde gobiernos.

Un hecho social complejo que lo producen causas múltiples engorrosas; en sí mismo, una causa de efectos disímiles. Intentar comprenderlo, un primer intento sano sería analizar los factores que pudieran estar avivándolo en ciertas partes del globo terráqueo a producir inestabilidad y crueldad. Pensemos en algunos, como los económicos: miseria y pobreza; los políticos: opresión y tiranía; los religiosos: interpretación y defensa de un Dios distinto; los Sociales: exclusión, desigualdades, masificación, incultura, analfabetismo; los ideológicos: corrientes apostadoras de la destrucción y eliminación de los que piensen o actúen diferente; los éticos: desintegración de valores y principios y, los internacionales: ambición de dominio y poder.

Desde el siglo pasado, se han distinguido dos tipos de terrorismo: el de la subversión y el del culto a la violencia. El primero, una guerra que ha operado desde adentro de las estructuras mismas, a las que se pretenden echar abajo a cómo de lugar. Una concepción totalitaria: la lucha entre el bien y el mal. En Venezuela, la tuvimos pero incipiente en los años sesenta, no evolucionó porque sus principales promotores y actores se acogieron a la vida democrática con la política de pacificación ofrecida en el gobierno de Rafael Caldera. En Cuba triunfó y alcanzó el poder, el cual aún mantienen bajo control totalitario desde 1959. En Colombia, la guerra de guerrillas ha sobrevivido por más de 50 años, sigue causando terror y bajas humanas inocentes en la sociedad colombiana.

El segundo, el del culto a la violencia, proviene de un cerco cuasi religioso. La violencia se “diviniza” convirtiéndose en un fin. Los cultores parten de la premisa que todo hecho violento es bueno si le facilita  alcanzar los fines que persiguen. Hoy el mundo sufre la barbarie de algunos de estos grupos, uno de ellos, ha tomado mucha fuerza; constituyéndose en un estado poderoso, dentro de otro estado, por los inmensos recursos económicos, financieros, bélicos y mediáticos que manejan; me refiero al “EI” (Estado Islámico); responsable de los últimos ataques brutales cometidos en territorios de Turquía, París y Malí que han sacudido al mundo civilizado.

Una máquina de matar gente. Dicen trabajar en nombre de Dios para imponer la justicia terrenal. Se ufanan de representar la alternativa al régimen de los Chiitas. Unos talibanes dispuestos a arriesgar sus vidas con tal de imponer el Califato musulmán. Una organización global con una causa local; pero que ahora pretende dominar el mundo enfrentando a los rusos, los franceses y los gringos, declarados en una primera instancia como sus principales enemigos. Tan influyente han sido sus mensajes por las redes sociales que han logrado armar un ejército de jóvenes, reclutados  en  diferentes continentes, atraídos por los morbos de la venganza, de la sangre y de la victoria musulmana extremista.

La lucha contra el terrorismo hay que darla para salvar la humanidad y resguardar la democracia como sistema de vida política. La defensa de la dignidad del hombre y de la mujer, de sus derechos fundamentales, de vivir con libertades, desarrollo y justicia. Rebelarse contra la tiranía, el colonialismo, el fundamentalismo o cualquier otra forma de dominación, más que un problema militar o jurídico es político-social.

“La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas", Juan Pablo II.

Presidente del Ifedec, Capítulo Bolívar
@renenunez51

En Onda Global, los domingos, 8 a 9 am, por onda973fm.com de Guayana

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