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viernes, 20 de noviembre de 2015

Dime qué toleras y te diré quién eres realmente


Por: María Gabriela Tellería


En el marco del Día Internacional de la Tolerancia, Contrapunto salió a las calles para conocer qué piensa el ciudadano de a pie sobre temas que pueden resultar incómodos o polémicos


¿Realmente somos tolerantes? El equipo de Contrapunto decidió salir a pulsar las reacciones de las personas al encontrarse con alguien cuya posición política o forma de vida resultara distinta o polémica frente a la suya. Entre el rechazo y la aceptación, los venezolanos muestran en este trabajo cómo conviven con la diferencia.


Rosaly Graterol - La tatuadora

Durante la actividad, mis compañeros y yo nos intercambiamos los carteles. No sentí un rechazo marcado cuando llevaba puesto el de “Soy tatuadora”, pero si cuando me ponía los alusivos a tendencias políticas. Fue un reto, no negaré que incluso llegué a sentir miedo. Pensaba: “Si estuviera aquí, sola, sin mis compañeros cerca, ¿qué me pasaría?”. En algún momento llegue a voltear el cartel, por miedo a que me hicieran algo.

La gente dice ser tolerante, pero todavía se ve que no terminan de entender de qué se trata. Yo también soy intolerante. Me cuesta entender ciertas cosas. Más que entenderlas, me cuesta lidiar con la insistencia de esa gente que se empeña en obligarte a ver las cosas tal como ellos las ven. Sencillamente, es un tema de rechazo, eso es lo que siento en esos momentos. Y con esto no digo que esté bien de mi parte.

Si en algún momento las cosas cambian, hará falta trabajar muy duro por la reconciliación entre venezolanos, entre hermanos. Porque al final, siento que perdimos muchas cosas que nos caracterizaban. El tema político toca una vena delicada. Hay mucho odio, mucha rabia acumulada.


Ricardo Zerpa - El transexual

Fue un poco estresante al principio, por el tema de la homofobia y el claro desconocimiento del asunto; pero luego de que comenzamos a caminar y a conversar con la gente, se tornó un poco más gratificante. Me di cuenta de que sí había gente receptiva, y sinceramente no me esperaba esa respuesta.

En mi experiencia personal, he sufrido la intolerancia en carne propia. Incluso, recuerdo alguna vez haber sido golpeado en el estómago, sin razón, mientras caminaba por la calle. Sé lo que significa vivir como homosexual en una sociedad esencialmente patriarcal. Esta vez, al hablar con la gente, me di cuenta de que la mayoría entendía muchas más cosas de las que yo creía, pero todavía la actitud de la gente se resume en un “te tolero, pero no lo acepto”, y no debe ser así.

Antes de conocerme más como persona y como homosexual, solía ser muy intolerante con los mismos homosexuales. Ver a dos hombres abrazados o besándose era algo chocante para mí. Pero era por mí misma condición, en contraste con ese condicionamiento cultural que reza que el hombre debe estar con una mujer y ser “macho”.

Con el tiempo comencé a entender: como si fuese un espejo, reflejamos en el otro nuestras debilidades y propios estados internos. Por miedo a descubrirnos frente a los demás y a nosotros mismos, marcamos distancia con aquello que contradiga lo que creemos natural o correcto. El problema está cuando se ataca y se maltrata al otro, ya sea con violencia o con indiferencia. Creo que lo que me pasó a mí, puede pasarle a otros. La mejor solución para este problema es concientizar a la gente, y el tema de la diversidad sexual todavía sigue siendo algo muy poco entendido.

Ahora, más allá de todo el aspecto “sexualidad”, son necesarias campañas que busquen rescatar la tolerancia como valor nacional. No sé si a corto, mediano o largo plazo, pero definitivamente nos ayudaría muchísimo como sociedad.


Lissette Figueredo - La opositora

No sabía cómo iba a reaccionar la gente, porque era algo que, a pesar de ser planificado, podía salir bien o podía no generar ningún tipo de reacción, partiendo del hecho de que el venezolano está realmente apático. Sin embargo, la experiencia resultó ser bastante agradable.

Me encontré con gente receptiva, que bajo ninguna otra circunstancia hubiera pensado que se sentiría identificada con nosotros. En mi caso, hubo gente que se alejaba y me evadía, otros me rechazaban directamente y ponían malas caras; así como hubo personas que se mostraban abiertas al diálogo y amables, a pesar de las diferencias en términos ideológicos. Fue una buena experiencia, pero deja mucho en qué pensar. Lo fundamental es despertar conciencias.

Soy una persona irreverente y reaccionaria, además de que soy abiertamente gay. He vivido situaciones de rechazo y creo que hasta cierto punto todos las hemos vivido. He sufrido la intolerancia y he llegado no tolerar también: por momentos, agobia mucho lo que hay en el entorno.

Dentro de la campaña reunimos estos cinco temas polémicos, que generan los mayores niveles de intolerancia en Venezuela. Hubo reacciones muy fuertes ante el tema de la diversidad sexual, desde indiferencia hasta repudio completo; casi equiparable a las que generaron los carteles que representaban tendencias políticas. Son temas de cuidado.


 José Escalona - El chavista

Hay prejuicio, todavía. Y es increíble. El venezolano no comprende muy bien de qué se trata la tolerancia. Parece sentirla como algo que se puede condicionar, y ser tolerante no se condiciona a nada. Si condicionamos nuestra capacidad de tolerar algo, ya caemos en intolerancia, y muy pocos son conscientes de ello.

Era muy cómico, porque la gente justificaba sus prejuicios a través de “excepciones” y parecía no comprender que la tolerancia implica algo mucho mayor. Hubo mucho rechazo. Yo use tres letreros diferentes y con cada uno recibí respuestas que me dejaron reflexionando acerca de los prejuicios que tenemos todos: cómo vemos a la gente, cómo vemos a los demás.

Había gente que se me acercaba sin leer el letrero que cargaba. De repente se percataban, veían de qué se trataba y de golpe se alejaban. También gente a la que no les mostraba el letrero directamente y que por mi apariencia sacaban conjeturas; y poco a poco, hablando con ellos, empezaban a tornarse cada vez más radicales. Creo que la intolerancia sólo nace a partir del desconocimiento y, hasta cierto punto, de la inmadurez. Yo mismo he caído en ello. La experiencia, en una palabra, la definiría como concientizante.


Vayolet Garden - El homosexual

Me gustó la experiencia. Hubo personas que respondieron como me lo esperaba y otras que no. Pero fueron muchas las personas de las que recibí aceptación, ya sea saludando o acercándose a abrazarme o a tomarse fotos conmigo. También hubo actitudes groseras por parte de alguna gente, pero más fueron los que se acercaban en buenos términos.

He sentido rechazo muchas veces en mi vida, no es extraño para mí, y por lo general siempre viene de gente ignorante. Me han hecho bulling, me han señalado despectivamente por ser diferente. He aprendido a seguir adelante, a pesar de los distintos miedos, y a entender que existen diferentes formas de pensar, de actuar y de ver el mundo; por eso, desde muy joven aprendí que lo diferente no todo el tiempo es malo.

Alguna vez pude haberlo sido, pero en general no me considero una persona intolerante. Y debemos aprender a vivir con nuestras diferencias, porque es lo que nos hace Venezuela.

Creo que el valor de la campaña está en que nos lanzó directamente al ruedo. Nos enfrentó a la sociedad en su cotidianidad, en su día a día. Y ahí se ven las reacciones genuinas de la gente ante lo diferente, para mostrarlo tal cual es. El equipo llevó muy bien la tarea y finalmente resultó un buen experimento. Personalmente, muy gratificante.


16-11-15





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