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sábado, 21 de noviembre de 2015

De las encuestas a los votos


Por Alberto Lovera


No se ganan elecciones con encuestas sino con votos, pero aquellas nos hablan de la atmósfera de la opinión, de la percepción y voluntad de la gente.
Por primera vez en 16 años se presentan varios elementos novedosos:


No hay confianza en el árbitro electoral, pero es mayoritaria la voluntad de votar. La misión desaliento intentada por el oficialismo para estimular la abstención opositora, mostrando que su ventajismo abusivo es capaz de neutralizar la corriente de cambio, se ha encontrado con un empeño de vencer todas las barreras. La intención de voto de la oposición al régimen es mayor que los que lo apoyan.

El rechazo al gobierno y sus representantes políticos se manifestará en votos para la alternativa democrática, o en falta de ellos para lafuerza gobernante, la abstención cambió, los que abstienen son en su gran medida los antiguos partidarios del gobierno, todavía no dispuestos a escoger una opción alternativa, pero sí a mandar su mensaje de rechazo, como lo hicieron 3 millones de chavistas ante la reforma constitucional derrotada.

Hay otro asunto incontrovertible. Por primera vez también la mayoría de la gente está convencida que esta elección la ganará la oposición. Quedaron atrás los tiempos que el oficialismo parecía invencible, y esto fortalece aún más la disposición mayoritaria a votar por los candidatos de la MUD.

La brecha a favor de la MUD es muy significativa a pocas semanas de las elecciones. Los intentos del gobierno y sus huestes es tratar de reducirla, pero es poco probable que puedan revertirla. El deseo y la voluntad de cambio se han instalado muy profundamente en todos los sectores sociales.

Sabemos que es una elección compleja. No basta tener mayoría nacional, hay que alcanzarla en los circuitos, que eligen la mayoría de los diputados y donde el ganador se lo lleva todo. Según las encuestas la MUD sigue ganando donde triunfó en ocasiones anteriores, lo nuevo es que también lo está haciendo en donde antes perdió por estrecho margen, pero incluso en circuitos donde la diferencia era más abultada. La geografía electoral está cambiando mucho más intensamente de lo que cabría esperar hace unos meses atrás.

Como hemos señalado en otras ocasiones, lo mejor es sobreestimar la capacidad del oficialismo para afectar por diferentes vías su situación adversa. Sigue contando con muchos recursos de poder a pesar de que viene perdiendo apoyo popular en dimensiones significativas.

Lo estamos viendo a lo largo del proceso: un árbitro electoral absolutamente sesgado, ciego ante el uso indiscriminado de los recursos del Estado a favor de una bandería política; actos de gobierno mezclado con los de la campaña; instalación de mesas electorales en ámbitos que se prestan para la intimidación de los votantes; reparto de bienes de todo tipo a la población para intentar neutralizar su molestia ante la precarización de sus condiciones de vida por la escasez de comida y medicinas y el alza de los precios; presiones y amenazas a los trabajadores de la administración pública; uso indiscriminado de los medios de comunicación para tratar se acallar la molestia ciudadana, esconder la efectividad de la campaña de la MUD, además de intentar reducir el impacto de los medios independientes por las restricciones del papel, los cierres de emisorasy las presiones de censura y autocensura.

La realidad es terca y se impone. No han logrado sino en pequeña escala moderar el desabastecimiento, a pesar de la importación masiva de alimentos, que siguen sin llegar a buena parte de la población. Las humillantes colas siguen siendo el día a día, que no son neutralizadas por las “bolsas solidarias” y los mercados a cielo abierto. Las confiscaciones e intimidaciones en los mercados populares se revierten en su contra, la gente sabe que es pan para hoy y hambre para mañana, y que están conduciendo a la ruina a los pequeños y medianos comerciantes. Para completar, el analfabetismo económico del gobierno ha logrado que pretender que se vendan los productos por debajo a sus precios de producción ha agudizado la escasez en la etapa final de la campaña electoral. Parece que quieren ratificar aquel dicho: los dioses ciegan a los que van a perder.

Las elecciones parlamentarias se dan, además, en un clima donde han quedado al descubierto las arbitrariedades de un poder: un poder judicial manejado a su antojo como mecanismo de retaliación; el escándalo de los llamados narcosobrinos, que pone al descubierto que el llamado proceso no ha parido un hombre nuevo de encomiables ideales, sino nuevos ricos (boliburgueses y bolichicos), cuyas fortunas no son explicables sino por el uso indiscriminado de las canonjías del poder. Quienes creyeron en una redención social hoy descubren que en nombre del pueblo se ha destruido la economía nacional y familiar para beneficiar a unos enchufados.

No nos confiemos, a pesar de esta marejada de cambio que se anuncia, hasta el último momento intentarán torcer la voluntad popular, ello incluye el propio día de las elecciones. Veremos intimidaciones a lo largo de ese día, a los empleados públicos, a los testigos y miembros de mesa, a los propios votantes. Intentarán hasta donde puedan que la información de las redes sociales se vea interrumpida. Lo que no podrán lograr es que la voluntad de cambio se exprese, hagan lo que hagan.

Contrastan la arrogancia del oficialismo con la prudencia de la MUD, que cuida que su triunfo no se le escape de las manos por el triunfalismo. Sumar todo ciudadano que quiere cambio. Los actuales gobernantes envían mensajes contradictorios, dicen que su triunfo será arrollador, algo de dudosa credibilidad en sus propias filas, que conversan con vecinos que le dicen otra cosa, pero algunos pocos en medio de un discurso obligado por las circunstancias, empiezan a anunciar la reversión de la correlación de fuerzas políticas. “No se puede esconder la molestia del pueblo”, dicen unos. Otros van más allá, y no se trata de un vocero marginal sino uno que es considerado una pieza clave de la cúpula del poder, como preparando el escenario adverso advierte“Se gana y se pierde. No siempre se gana. En la vida real es así. Hay que tener el valor para levantarse después de perder”.

Las encuestas son indicador del estado de ánimo de las masas. No les gusta el gobierno, quieren un cambio y se han encontrado con una alternativa para que se concrete. No parece posible que esta corriente de opinión se modifique y que lo más probable es que el resultado de las elecciones parlamentarias veamos confirmar esta nueva correlación de fuerzas políticas y sociales.

El PSUV y el gobierno confía en que su maquinaria electoral, financiada con los recursos del Estado y haciendo uso abusivo del poder logrará revertir o reducir la enorme brecha que anuncia un triunfo contundente de los candidatos de la MUD. Su sorpresa puede ser que quienes movilizaron para ir a votar lo hagan por la alternativa democrática.

Si el 7 de diciembre amanecemos con una Asamblea Nacional con mayoría de la MUD, se inaugurará un poder público que ejercerá sus funciones de manera autónoma, abriéndole paso a una transición constitucional, democrática y electoral para poner fin a un ensayo fallido de un elenco político que se le acabó su tiempo. O no pudo o no quiso. Toca abrirle espacio a otras fuerzas, esperemos que en sana paz. alberto.lovera@gmail.com

A la memoria de Rayna Petkoff,

Compañera de estudios universitarios,

Que se nos fue sin pedir permiso

20-11-15




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