Por José Domingo Blanco, 09/10/2015
Comencé a leer La mala racha, el libro de Fernando Martínez Móttola,
quien además tuvo la gentileza de obsequiármelo el día que lo entrevisté para
hablar de ésta, su novela, y de otros temas que, invariablemente, giraron en
torno a la situación actual del país. Para quienes no lo recuerdan, Martínez
Móttola fue presidente de Cantv y Ministro de Transporte y Comunicaciones allá
por el año 92, en la gestión de CAP II. Durante la época de la Cuarta
República, como despectivamente etiquetaba Chávez a quienes les antecedieron en
el poder.
Por supuesto, al final de nuestra conversación no pude resistirme y le
recordé que, cuando fue el ministro responsable de la cartera de
Comunicaciones, suspendió mi programa “Ni lo uno ni lo otro” que se trasmitía
por Radio Capital. No preciso en estos momentos cuál fue el motivo que provocó
la suspensión; pero, debe haber sido algo que dije y que molestó al mandatario
de turno. Fernando soltó la carcajada. Quizá una reacción espontánea y honesta,
cargada de añoranza por unos tiempos que, comparados con los actuales, lucen
inocentes y medianamente castos. Época de una Venezuela con vicios y un tanto
convulsa, que comenzaba a escuchar de militares golpistas y alzados, comandados
por un ignoto Chávez, que, a la vuelta de los años, igual asumió el poder pero,
no por las artimañas de un golpe fracasado, sino por la vía electoral. ¡Cuánta
agua ha corrido de esa fecha para acá! Cuando pienso en La Cuarta, sin poder
expiarla de culpas, no me queda más remedio que reconocer que sus autores –y
actores- lucen como niños de pecho comparados con los responsables de La V.
El asunto es que, como les comentaba, comencé a leerme La mala
racha: un libro de fácil lectura, que engancha porque su protagonista, un
ingeniero despedido de la industria petrolera, va describiendo sus vivencias,
sus angustias y sus incertidumbres en una Venezuela que ya no reconoce; un país
que, de la noche a la mañana, se le puso de cabeza y le bloqueó todas las
oportunidades. Es el retrato de la Venezuela actual. La descripción de una
nación que padece las consecuencias de un gobierno que no cree en la
meritocracia y condenó a los ciudadanos que se le oponen. Un protagonista que
–en el capítulo por el que voy- se debate en el dilema de irse o no de su amado
país.
Matías Romero se llama el personaje principal de la novela de Fernando
que, como ya señalé, es un ex trabajador de la industria petrolera; pero,
Matías Romero, pudiera tener muchas caras, muchos nombres o distintas
profesiones. Romero pudiera ser cualquiera de nosotros: un venezolano que le
apostó al país, supo lo que era granjearse una mejor calidad de vida con
talento y trabajo y, de pronto, con la llegada de una nueva ideología y sistema
de gobierno, todo se le desmorona, y a pasos acelerados. Es la radiografía, sin
mayores pretensiones, de una Venezuela que duele. Son diálogos que, me atrevo a
asegurar, todos –o una gran mayoría de nosotros- ha tenido en la intimidad de
los hogares, o en encuentros con los amigos. Son situaciones que describen
nuestra vida actual: esta distorsionada vida cotidiana que nos toca enfrentar.
¿Qué va a pasar con Matías Romero? Aún no lo sé. Espero terminar el
libro en los próximos días. Lo que sí sé es que los venezolanos, los que día a
día “protagonizamos” nuestros dramas personales, aún no hemos tocado fondo.
Vamos en caída libre y los escenarios que vislumbran respetados analistas
económicos, no son nada esperanzadores. A propósito de este tema, recientemente
estuvo en mi programa de radio el economista Pedro Palma, a quien respeto y
aprecio. Sus proyecciones, como las de sus muchos otros colegas, no son
alentadoras. Pero, ávidos como estamos de saber cuáles podrían ser los
salvavidas que nos ayuden a capear el temporal, mantenernos a flote y
blindarnos ante la crisis que se avecina, el doctor Palma hizo algunas
recomendaciones.
Es público y notorio que nuestro poder adquisitivo decae, que cada día
somos más pobres, que la inflación nos asfixia, que el bolívar se devalúa, que
los productos escasean… y pare usted de contar porque podríamos estar horas
enumerando desgracias. Y lo más lamentable de todo es que aún lo peor no ha
llegado. ¿Qué hacer ante este panorama? Protegernos como podamos y con los
recursos monetarios con los que cada uno cuenta. El doctor Palma mencionaba,
como una manera de resguardarnos, la compra de bienes o electrodomésticos.
Incluso hacer refacciones en el hogar que, a pesar de que pueden resultar
costosas, ayudan a mantener o revalorizar el inmueble. También sugirió comprar,
para quienes tienen algún dinerito -o pronto cobrarán las utilidades- obras de
arte u oro. Lo que se haga hoy, hay que verlo como una inversión que, de no
hacerse, mañana nos costará mucho más o nos será imposible realizar. Sabía, y
así lo expresó el doctor Palma durante la entrevista, que muchas de sus
sugerencias, enfrentan otras dificultades; pero, hay que prepararse. Enfatizo:
las proyecciones no son alentadoras… Y no podemos saber si esta situación país
que nos asfixia es tan sólo un asunto momentáneo de mala racha, como el título
de la novela de Fernando.
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