SERGIO N. CÁNDIDO 08 de octubre de 2015
Unos
3,500 euros separan a Andrea De Sousa de su diploma de posgrado en Derechos
Humanos de la Universidad de Alcalá, en España.
A
pesar de no recibir divisas de parte del gobierno venezolano desde octubre del
2014, esta estudiante de 24 años se las ha arreglado para poder cursar todas
sus materias de manera satisfactoria gracias en parte a la bondad de directivos
de la institución educativa que extendieron su plazo de pago. Pero hasta esa
bondad tiene un límite.
“Yo
cumplí, yo estudié, yo tengo una nota sobresaliente pero es como que no
existiera porque hasta que no pague no voy a ver el resultado de mi trabajo,”
dijo De Sousa.
Un año
después de que el gobierno venezolano emitiera una negativa masiva de divisas a
miles de estudiantes en el exterior, la gran mayoría continúan siendo denegados
la liquidación cambiaria.
Muchos
han abandonado los estudios y trabajan de manera ilegal para poder subsistir, a
la espera de una respuesta que les dé esperanzas para reactivar sus estudios el
próximo semestre.
Aquellos
que sí han podido completar sus cursos gracias a extensiones de pago otorgadas
por sus universidades enfrentan nuevos retos: las instituciones se rehúsan
entregarles sus títulos hasta que no abonen las matrículas en su totalidad.
“Las
normativas en España son claras en eso, si el estudiante adeuda no se emitirá
certificación de sus estudios”, dijo Henrry Narveiz Sosa, coordinador general
en España del grupo Estudiantes Venezolanos en el Exterior (EVE).
Según
datos de EVE, unos 4,000 venezolanos cursan actualmente estudios universitarios
en España. De ellos, aproximadamente la mitad depende del visto bueno del Centro
Nacional de Comercio Exterior (Cencoex) para poder convertir sus propios bienes
a dólares o euros, y así costear el precio de su formación universitaria.
Según
lo establece el Cencoex, el otorgamiento de divisas está sujeto a la
disponibilidad del Banco Central de Venezuela.
Los
mermados ingresos por la caída de los precios del petróleo, sumado a una crisis
económica marcada por una inflación del 160% para finales del 2015 (de acuerdo
al Fondo Monetario Internacional), ha hecho que el BCV baje sus persianas ante
los pedidos de quienes completan una educación en el exterior.
El
Cencoex debería aprobarle a cada estudiante antes del comienzo del semestre
escolar dos cantidades de dinero: el costo de la matrícula, y una mesada para
gastos de comida y vivienda.
Tras
recibir la información necesaria, las autoridades venezolanas convierten los
bolívares de los estudiantes a dólares o euros y transfieren la suma para
cubrir el costo de las clases directamente a la universidad.
En el
caso de gastos de manutención, Cencoex debería aprobarle a cada estudiante unos
$3,900 por un periodo de tres meses. En teoría, el proceso entero de aprobación
debería tomar unos 15 días.
Pero
Sosa dice que en la mayoría de los casos toma meses hasta recibir una respuesta
y al final la mayoría son denegados; ¿Los motivos? El gobierno argumenta que el
semestre escolar al que los estudiantes aplicaron ya culminó, o que la carrera
escogida no es una de las “áreas y subáreas de formación determinadas como
prioritarias para la Nación”.
“Ellos
[los estudiantes] hicieron sus solicitudes en el tiempo debido, pero les envían
notificaciones diciendo que no se lo van a aceptar porque ya terminó el periodo
académico”, explicó Sosa.
Debido
a la crisis económica y a los estrictos controles de cambio, el dólar en el
llamado “mercado negro” está fluctuando alrededor de los 700 bolívares por
dólar. Esto limita seriamente las opciones de los estudiantes y sus padres que
deben conseguir la moneda extranjera por vías oficiales.
Leonardo
Hernández es otro de los afectados. Él llegó a Cataluña en octubre del 2014
para completar un máster en Patrimonio Artístico y Cooperación Cultural en una
universidad de Tarragona. Un mes más tarde, su solicitud fue denegada por el
Cencoex.
Hernández
dijo que acaba de concluir sus materias con un reconocimiento de excelencia
académica, pero hasta que no cancele su deuda con la universidad no podrá
recibir su título o comenzar un doctorado.
“Imagínate
el nivel de frustración que tengo, esta situación se ha sostenido por meses”,
dijo Hernández. “Esto causa una cantidad de angustia, de dolores personales”.
A
nivel mundial, EVE estima que unos 25,000 venezolanos estudian en el
extranjero. Un mapa interactivo de el Nuevo Herald muestra que los estudiantes
pasando penurias por las negativas se encuentran en todas partes del mundo:
desde Alaska, hasta Noruega, República Checa y Australia.
Se
calcula que 10,000 intentan formarse académicamente en Estados Unidos, cerca de
4,000 de ellos en la Florida.
La
desesperación llevó a De Sousa a crear una petición en Internet para exigirles
una respuesta a la Defensoría del Pueblo de Venezuela, al Banco Central de
Venezuela, y al Cencoex.
A
pesar de haber recolectado más de 1,000 firmas, no ha recibido ninguna solución.
“Me
siento como una venezolana más”, dijo. “Todos vivimos en nuestro propio entorno
alguna injusticia, y de manos atadas”.
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