ANTONIO MARÍA DELGADO 11 de octubre de 2015
Cuando
se sintió arrinconado por las masivas manifestaciones emprendidas en su contra
y vio que cientos de miles de venezolanos marchaban hacia el Palacio de
Miraflores para exigir su renuncia, el presidente Hugo Chávez ordenó la
activación del Plan Ávila, medida de último recurso para tomar militarmente a
Caracas bajo un escenario de conmoción extrema.
La
orden implicaba que habría cientos, quizás miles, de muertes, y conllevaba
lanzar los tanques y la tropa armada para combatir militarmente a los
manifestantes. Era un plan inicialmente diseñado para controlar a la capital en
casos de emergencia nacional similares a los sangrientos disturbios de 1989,
conocidos en la historia venezolana como el Caracazo.
Pero a
Chávez no pareció inquietarle demasiado que su orden tendría un elevado costo
en vidas, señala Ángela Zago, periodista y escritora quien presenció muchos de los
controversiales eventos que condujeron a la breve salida del poder del militar
venezolano en abril del 2002, y los acaba de reseñar en su nuevo libro, “En
Nombre de los Pobres”.
Lo que
sí le inquietó fue que los militares a quienes le dio la orden, se rehusaron a
obedecerle.
“Él
[Chávez] llama a aplicar el Plan Ávila cuando la marcha ni siquiera había
llegado a Miraflores”, relató Zago en una entrevista telefónica. “Pero los
militares lo desobedecen, y él llega a la conclusión que ya había perdido el
poder en ese momento”.
Es
allí que Chávez decidió irse, acción que luego fue reiteradamente negada por el
oficialismo y que en un intento por reescribir la historia trató de registrar
los eventos del 11 de abril como un golpe de Estado, llegando incluso a anular
una sentencia inicial emitida por el Tribunal Supremo de Justicia declarando
que en abril se había provocado un “vacío de poder”.
El
gobierno dice que a Chávez lo tumbaron, pero la verdad es que el mandatario ese
día renunció más de una vez, sostuvo Zago.
“Tres
veces renunció. Renunció delante de los representantes de la Iglesia de
Venezuela, renunció delante de un grupo de oficiales de alta graduación, y
renunció por escrito, en una carta escrita a mano”, dijo la periodista, quien
entrevistó en numerosas ocasiones a Chávez, cuando esté estaba preso en una
cárcel militar por la intentona golpista de 1992 y que 10 años después formaba
parte de la marcha opositora.
Y la
carta de renuncia fue redactada bajo voluntad propia, dijo Zago.
“No
fue porque los militares lo tenían preso, no fue porque los militares le
estaban apuntando con un arma, no fue porque su vida corría peligro. Fue
sencillamente cuando él se da cuenta que los tanques que habían salido [cuando
Chávez ordenó el Plan Ávila] se regresaban a sus bases, y que los militares se
negaban a asesinar a la gente, a sacar a los soldados y a disparar. Allí es que
toma la decisión de renunciar”, relató.
El
episodio queda ampliamente descrito en el último libro de Zago, el cual también
brinda los pormenores que condujeron al retorno de Chávez tres días después que
se separó del poder.
Disponible
en Amazon, la obra cuenta con importantes documentos y anécdotas que ilustran
el turbulento episodio de la historia venezolana, así como importantes
reflexiones sobre las razones por las que Chávez regresó triunfante para
terminar de consolidar el poder casi absoluto en la nación sudamericana.
En el
caso de la participación de los militares venezolanos, éstos honraron su
compromiso con la sociedad venezolana al rehusarse a unir filas con los
francotiradores del chavismo que ese día salieron a disparar a sangre fría
contra manifestantes venezolanos, como si fuesen presas de caza.
Pero
también son los responsables del retorno de Chávez, al rehusarse a acompañar
los esfuerzos de Pedro Carmona Estanga, entonces presidente de la máxima
organización de empresarios del país, Fedecámaras, por tratar de conformar un
gobierno de transición, con la emisión de un muy polémico decreto.
Ese
decreto carecía de toda válidez, coincidió Zago.
Los
militares, sin embargo, tenían muchas otras opciones, más allá de salir a
buscar a Chávez, quien ya había renunciado. Pudieron, por ejemplo, haber
convocado nuevas reuniones, con distintos sectores, para conformar ellos mismos
una junta que velara por la transición, comentó.
Muchos
de ellos terminaron pagando muy caro su decisión de traer a Chávez de regreso,
incluyendo el general Raúl Baduel, quien finalizó yendo a la cárcel pese a que
jugó un papel instrumental en el retorno del gobernante.
Sin
embargo, hay que agradecerles que se rehusaron a cumplir con las órdenes de
Chávez, dijo la escritora.
“Si
los militares hubieran hecho lo que Chávez les exigió, no sabemos realmente
cuántos miles de muertos hubieran ocurrido ese día”, manifestó.
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