Por Marino J. González, 07/10/2015
Esta semana se celebrará en Lima la reunión anual del FMI-Banco
Mundial. Sin dudas, el encuentro de mayores implicaciones para el análisis de
las políticas económicas a escala global. La celebración de la reunión en la
capital de Perú, es un reconocimiento a los éxitos de la política económica de
ese país. Los índices señalan que la economía peruana mantiene las perspectivas
de crecimiento, baja inflación y mejora de indicadores sociales. Por supuesto
que la economía peruana está también sujeta a las dificultades para que la
productividad no sea la más adecuada. Pero no se puede negar los indudables
avances, es una situación completamente diferente a la de finales de los años
ochenta. Hablar de los temas del futuro en Perú tiene mucho sentido.
La Directora Ejecutiva del FMI, Christine Lagarde, ha puesto los puntos
críticos en el tapete. En una reunión la semana pasada en el Consejo de las
Américas, la Directora Ejecutiva señaló los aspectos que configuran un futuro
incierto para la economía en el mundo. Mencionó, entre otros: el aumento de las
tasas de intereses en Estados Unidos, la disminución del crecimiento en China,
la desaceleración del comercio internacional, y la caída en los precios de las
materias primas. Sumado a ello, indicó los conflictos bélicos y la migración
forzada en varias partes del mundo. Agregó que 200 millones de personas se
encuentran sin empleos, con aumentos importantes de la desigualdad.
El llamado de la Directora Ejecutiva es justamente a enfrentar tales
situaciones con las políticas adecuadas. Hizo un llamado al liderazgo de los
países para realizar una mejora sustantiva de las políticas económicas, a
través del apoyo a la demanda, la estabilidad financiera, y la implementación
de reformas estructurales, entre ellas el aumento de las condiciones para ser
más productivos.
Mientras tenemos este panorama, cuando los países están tratando de
fortalecer sus economías para hacer frente a estas exigencias, la situación de
Venezuela no puede ser peor. La economía venezolana está en el segundo año
seguido de caída del PIB, con la inflación más alta del mundo por tercer año
seguido, con destrucción inmensa de la capacidad productiva, con la
persistencia de controles y persecución de la actividad del sector privado, con
el peor desempeño en el siglo XXI. Por todas esas razones, Venezuela tiene el
peor pronóstico entre las economías del mundo hasta 2020.
En la cita de Lima, el ejemplo de las políticas económicas seguidas por
Venezuela en los últimos 17 años, será demostración justamente de las cosas que
hay que evitar. Una muestra de las políticas equivocadas que no hacen sino
profundizar los problemas económicos de los países. Todo el mundo hablará de
Venezuela como el libro de texto de las políticas que no se deben implementar.
Y comentarán, lo que todos los venezolanos ya sabemos, que tenemos la peor
economía del mundo.
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