Por Jesús Alexis González, 05/10/2015
Iniciemos con unas obligantes definiciones. Ineptocracia: Sistema de Gobierno donde
los menos capaces para gobernar son elegidos por los menos capaces de producir
y donde los menos capaces de mantenerse a sí mismos o tener éxito, son
recompensados con bienes y servicios pagados por los pocos que si producen y
que cada vez son menores; es decir los ineptos eligen a un inepto que luego se
proclama “fundador de la Patria” para que les recompense con bienes, servicios
y recursos, quien también se deshace de lo instituido (bien o mal) por Gobiernos
anteriores. Quemeimportismo: Actitud
de falta de compromiso, indiferencia y apatía ante los asuntos propios y los
sociales.
A tenor de las definiciones precedentes, puede
inferirse que el deber ser de la
democracia asumido como que unos líderes
preclaros en armonía con una mayoría de ciudadanos laboriosos impulsen la sociedad hacia la prosperidad, ha venido mutando en favor de la
demagogia y el populismo hasta configurar una forma de Gobierno orientada por
los decadentes principios del Estado
benefactor (conjunto de actividades desarrolladas por los Gobiernos
relacionadas con la búsqueda de finalidades sociales y redistributivas a través
de los presupuestos del Estado) en aras de satisfacer, de cualquier forma, el
“criterio ciudadano” de exigir a la democracia el bienestar como un derecho adquirido sin la contrapartida de su
esfuerzo laboral en la producción real de bienes y servicios requeridos para
tal fin; todo lo cual se desenvuelve en conjunto con el binomio ignorancia-subordinación de la alta
burocracia gubernamentala la par de una
ausencia de autonomía de los poderes públicos ante el Poder Ejecutivo. En
fin, los ciudadanos restan importanciaa la
potencial capacidad de los gobernantes a cambio de recibir recompensas “a
como dé lugar”, configurando un esquema diabólico donde la realidad del país
entra en una tiniebla de quemeimportismo
tanto por el lado de los ciudadanos (cada quien camina por su lado sin
importarle lo que pasa al lado o al frente), como por el lado de los
gobernantes incapaces (procuran el poder como un fin en sí mismo).
Venezuela, muestra en la actualidad signos claros de
vulnerabilidad económica (y socio-políticas) a la luz de deficiencias en la instrumentación de
políticas públicas, que se ponen de
manifiesto al observar que ocupamos el puesto 192 entre 195 países en el Índice de Libertades Políticas, el 176
entre 178 en el Índice de Libertades
Económicas, el 161 entre 175 en el Índice
de Corrupción, y el puesto 132 de 140 en el Índice Global de Competitividad. Tan indeseable escenario, explica
en mucho la razón que en los 16 años ininterrumpidos del actual Gobierno (equivalente a la histórica alternancia
de 3 periodos constitucionales) habiendo ingresado más de un billón doscientos ochenta mil millones de dólares USA, en
2015 el país atraviesa por el peor
momento de su historia económica a pesar que el ingreso nacional varió (en
millones de dólares USA) desde 32.600 en 1999 hasta 128.439 en 2014 para un
incremento porcentual del ¡294%! con
años puntuales como 2005 cuando alcanzó 85.700, 2008 con 126.300 y 2013 con
134.200; variación que derrumba la tesis según la cual la crisis anunciada 2015
es consecuencia de
la disminución de los ingresos en 2014 por efecto de la caída de los precios
petroleros ese mismo año, cuando en realidad gran parte del peso de la culpa
radica, por un lado, en que el
Gobierno intentó seguir manteniendo el gasto público al mismo ritmo precedente
bajo la esperanza de un rebote del precio de nuestro crudo (aquí no está
pasando nada) o en su defecto mediante una “ayuda divina”; y por otro lado ante la irracionalidad de
haberse eliminado el fondo anticiclico en conjunción con la modificación de la
Ley del BCV que facilita el uso discrecional de las reservas internacionales
por parte del Ejecutivo Nacional. Complementariamente, se ha instrumentado una estrategia de desinformación en
relación al desenvolvimiento de la economía nacional (que el ciudadano de a pie
no la entiende pero la sufre) ya que el BCV no publica desde finales del 2014
cifras oficiales sobre inflación, escasez y PIB, lo cual está generando una incertidumbre que se traduce en una
elevación de las expectativas inflacionarias que han llevado la puntual de
septiembre a un 16,9% (superior a la anualizada de la casi totalidad de los
países del mundo), hecho que entre otros desafueros económicos, propició que la
Canasta Alimentaria (09/2015) reflejara un aumento del 280% en el último año hasta situarse en a 50.625,52 bolívares equivalente a ¡7 salarios mínimos!.
Finalmente, el recordar la caída del precio de nuestro
crudo en 1977 hasta 7$/b que
obviamente indujo dificultades nacionales (con evidente efecto sobre la elección
presidencial de 1978), que luego dio paso a un crecimiento sostenido del precio
que llego hasta 106$/b para un
incremento del ¡1414%! nos lleva a
formularnos un par de interrogantes: 1.-
¿Cómo con 7$/b se logró subsistir enfrentado la crisis? y 2.- ¿Cómo con 106$/b entramos en el
peor momento histórico de la economía? La respuesta es de perogrullo: en razón
a la ineptocracia con marcada
complicidad del quemeimportismo.
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexis2020
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