Carlos Raúl Hernández 12 de octubre de 2015
@Carlosraulher
Muchos
se preguntan ¿qué debe hacer Venezuela para dirigirse al futuro con una vida
digna, pacífica y democrática, e impedir opciones sombrías? ¿Cómo conjurar el
riesgo de violencia u otras pesadillas? Los paralizados de siempre,
abstencionistas y la resistencia de quincalla, gastan calorías en desmentir que
el primer paso sería el triunfo electoral de diciembre. La encuesta encargada
por el portal barometropolitico.com, ofrece datos impresionantes. La intención
de voto es de 50% para la oposición y 20% para el gobierno. Y si las elecciones
presidenciales fueran hoy, el candidato opositor obtendría 71% frente a 17% de
uno oficial. 90% piensa que el país va por mal o peor camino. Los líderes del
país son López y Capriles, por encima de 43% de aceptación, seguidos por Falcón
con 23%. La inhumana comedia en la frontera colombiana recibió 71% de rechazo y
solo 16% de apoyo.
El
gobierno está en el medio de lo que llaman los gringos efecto arena movediza:
mientras más se mueve más se hunde. Más allá de la antipatía que alguien sienta
por su adversario, del régimen o de la oposición, se precisan nervios de
concreto armado para que la torpeza no sea el mejor aliado de su hermano, el
desastre. Emociones y sentimientos son y han sido el peor compañero en
situaciones similares y en cualquier decisión vital. Eventuales mayoría parlamentaria
y futuro gobierno democrático, tendrían que bajar la conflictividad política
hasta donde sea posible. Aunque como dijo Zagallo, los rusos también juegan, la
urgencia será enfrentar los dramas reales de las grandes mayorías que están
fueran de las pasiones políticas y solo quieren salir de las desgracias. Uno de
los métodos de trabajo en los estudios sociales es el análisis comparativo.
Comparar no es copiar
Como
es imposible provocar en un laboratorio revoluciones, guerras, crisis o
estabilizaciones, se enseña a estudiantes de sociología y ciencia política a
obtener epílogos de las que ya ocurrieron o están en proceso, sin que eso
suponga copias. Ojalá el desenlace de la crisis en Venezuela se pareciera a la
forma civilizada como evoluciona y terminará en Brasil. Lula y Rousseff
disfrutaron de un hiperascenso de los precios de sus exportaciones (como
Venezuela). Desenfrenaron el gasto del Estado, gracias a mecanismos contralores
escuálidos, rasgo del presidencialismo latinoamericano que el izquierdismo
exaspera. Con la discrecionalidad del Poder Ejecutivo sobre los recursos
crearon para la revolución y su bolsillo una gigantesca maquinaria corrupta
igual que en Venezuela. Los revolucionarios no tienen demasiados escrúpulos,
porque todo vale contra el “imperialismo y la burguesía”.
Luego
cayeron los precios de las materias primas, y así el robo y el despilfarro,
frente a los que estas sociedades tienen vista gorda, de repente asaltan en
toda su gravedad. Los ciudadanos descubren que la vileza de sus condiciones
materiales y espirituales de vida se debe a que los recursos que debían
destinarse a mejorarlas es alijo de vivarachos. La sociedad brasilera no dio
importancia a la corrupción del llamado mensalao en épocas de bienestar, pero
ahora sí, en escasez, les escandaliza la corrupción del mismo demiurgo, Dirceu,
entre otros. El derroche y robo a gran escala producen inflación, devaluación,
desempleo y estancamiento y eso lo comprenden brasileros y venezolanos con las
papas duras. Hasta ahora -y quién sabe- líder sagaz y triunfador, FernandoH
enrique Cardoso, jefe de la oposición ha sostenido a Rousseff, que cuenta
apenas 10% de apoyo.
Querer
y poder
Lo
hace para no entregarle al PT el cómodo carnet de oposición. Hasta ahora. Que
ella enderece las aberraciones de su propio partido. Así Rousseff elimina 8
ministerios, 3.000 funcionarios de alto nivel. Privatizará un montón de
propiedades estatales y reducirá la masa de empleos públicos. Si un gobierno
provisional toma medidas impopulares, el lulismo tendrá mesa servida para
devorarlo y regresar al poder dentro de 3 años. Aquí parte del PSUV quiere
sacar a su propio gobierno para pescar en río revuelto. Una mayoría
parlamentaría en Venezuela deberá presionar por el diálogo y para que los
autores desmonten el aparataje de opresión económica, las megabandas y los
colectivos, en una etapa promisoria, pero tensa y difícil. Apostarle a esa
opción, no implica que la acepten.
Nadie
puede descartar algún accidente de aquí al 6-D o después, ni dar por descontado
que la revolución se entregará a su destino. Son autócratas y están mil puntos
atrasados con respecto a varios aliados regionales. Pero el camino pacífico es
tortuoso, pero es el camino. Los que invocan fórmulas ilusorias tienen la
facilidad de pontificar cómodamente en sus casas desde el computador o el
iPhone, donde no evalúan riesgos. Distinto a los dirigentes políticos que
recorren cada aldea y barrio y mantienen vigente la alternativa. Afianzar el
eje PJ, VP, AD, UNT y los demás partidos después del 6-D es la tarea.
Alejandro
Magno, hombre práctico y poco colaboracionista, ante el peligro de morir en una
cruenta batalla, repartió todos sus bienes entre los generales. Uno de ellos le
pregunta qué dejaba para sí y él respondió: “me quedo con la esperanza”.
Alejandro ganó.
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