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jueves, 11 de diciembre de 2014

Palabras de Venezuela en la Cumbre de Veracruz, Vladimiro Mujica


Por Valdimiro Mujica, 11/12/2014

Hace un par de días concluyó en Veracruz la XXIV Cumbre Iberoamericana. Entre las más conspicuas ausencias a la importante cita de México estuvieron las de los mandatarios de Brasil, Cuba, Venezuela y Argentina. En el sitio web de la Organización de Estados Iberoamericanos, se encuentra el texto de la Declaración de Veracruz: “Educación, innovación y cultura en un mundo en transformación” (http://oei.es/noticias/spip.php?article14753) . Un importante documento que vale la pena leer en su integridad porque recoge un pensamiento moderno, respaldado por los asistentes a la Cumbre, acerca de temas de importancia capital para nuestros países.

El objetivo central de la convocatoria era la “Consolidación del Espacio Iberoamericano del Conocimiento”. Reproduzco aquí algunos trozos de la Declaración que estimo especialmente relevantes por lo que representan como contraste con la prédica de nuestros gobernantes y en referencia a cómo se puede plantear el tema del uso del conocimiento para la gente, en términos profundos y con alcance real. Cito: Plenamente conscientes de que la educación, la cultura y la innovación son factores clave para la erradicación de la pobreza así como para alcanzar un desarrollo sostenible más dinámico que favorezca a todos los seres humanos; Decididos a trabajar en estrategias innovadoras para garantizar una educación universal y de calidad, que incorpore de manera continua el progreso científico y tecnológico; que garantice la igualdad de oportunidades, especialmente entre mujeres y hombres; y que fomente la movilidad social y mejore las oportunidades de empleo a lo largo de la vida, la productividad y las capacidades para promover el desarrollo y la competitividad con base en conocimiento y más valor agregado; Reafirmando nuestra voluntad de dar impulso a la innovación y aprovechar aún más nuestras capacidades creativas, científicas y tecnológicas para mejorar condiciones sociales, políticas públicas y procesos productivos, así como para promover el crecimiento económico y el desarrollo sostenible; Convencidos de que el talento humano es uno de los motores del desarrollo así como un preciado recurso de cada nación, y de que la movilidad de esos talentos, dentro del Espacio Iberoamericano, favorecerá la transferencia de conocimiento, la creación científica e intelectual y la innovación.Fin de la cita.

En ausencia del presidente Nicolás Maduro, nuestro país estuvo representado por el vicepresidente Jorge Arreaza, quién según varias notas de prensa, enfatizó el compromiso venezolano con la revolución del conocimiento y advirtió sobre los riesgos del “robo de cerebros” (http://m.eluniversal.com/nacional-y-politica/141209/arreaza-alerto-en-veracruz-sobre-el-riesgo-de-robo-de-cerebros). Es en verdad difícil no sorprenderse al encontrarse con la descripción de la realidad que hace Arreaza del compromiso del gobierno con la revolución del conocimiento, anunciada hace algún tiempo por el presidente Maduro, y contrastarla con el drama venezolano de destrucción del capital humano y de las instituciones generadoras de conocimiento. Una verdadera hecatombe del talento humano, cuyos principales responsables son las políticas públicas en materia de educación superior, ciencia y tecnología impulsadas por el partido y el gobierno del Vicepresidente.

Según la nota de El Universal, la frase empleada por Arreaza fue: “Queremos poner una alerta sobre la movilidad, porque la hemos sufrido. En Venezuela no solo sufrimos la fuga de cerebros (…), también sufrimos el robo de cerebros”. La verdad del asunto es que Venezuela no ha sufrido de robo de cerebros, sino más bien de lo que podríamos llamar un proceso de expulsión de cerebros. La Jihad contra el talento emprendida por el gobierno revolucionario comenzó con el despido de miles de profesionales de Pdvsa que eran en buena parte responsables de los incontables éxitos de la corporación estatal petrolera. A ello le ha seguido la guerra de desgaste y acoso contra las universidades nacionales y la creación de instituciones de educación superior de segunda. Solamente por mencionar un ingrediente especialmente letal para la preservación de los profesores e investigadores en nuestras universidades: el salario real de un profesor en Venezuela está entre los más bajos de Iberoamérica, prácticamente en niveles de subsistencia y obscenamente inferiores a los de Chile, México o Argentina, y el apoyo a la investigación está en sus niveles más bajos de los últimos años. El último episodio de esta tarea antinacional es el infame proyecto de ley que sanciona la transformación del IVIC en una suerte de aldea comunal de cultores del conocimiento, a contrapelo completamente de las recomendaciones de la Cumbre de Veracruz y con el argumento, esgrimido también por el vicepresidente Arreaza, de que es necesario eliminar la ciencia elitista.

Al acoso a las instituciones generadoras de conocimiento, hay que añadirle la destrucción de las condiciones mínimas para que los cerebros puedan radicarse y crecer en nuestro país. Nuestros profesionales emigran no porque nadie se los robe, sino porque la existencia en Venezuela se ha convertido en un calvario de penurias e incertidumbre respecto al futuro. Esta ausencia de confianza en el futuro se ha tornado en uno de los puntos de convergencia más extraordinarios e inesperados entre el país “rojo” y el país “azul”. Nunca fue más cierto que ahora, parafraseando la genial frase del Comandante Chávez, que mientras nuestros gobernantes van de cumbre en cumbre predicando las maravillas del presunto paraíso en la Tierra en que se ha convertido Venezuela, nuestro pueblo sigue en el abismo.

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