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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Un problema cultural, por @lmesculpi

Luis Manuel Esculpí 04 de noviembre de 2014

Para el ministro de Energía Eléctrica el principal problema del sistema es cultural. Quien ha sido una suerte de utility del equipo oficialista, ignora todas las proyecciones de los expertos sobre las necesidades de inversión y requerimientos de mantenimiento para poder satisfacer la creciente demanda de energía. Por supuesto, esa no es una característica exclusiva de ese Ministro, es común denominador en el comportamiento de sus colegas de gabinete. Ignorar toda experiencia y logros anteriores, asumir una conducta arrogante despreciando el conocimiento de quienes no les son incondicionales, es una señal de identidad en los regímenes autoritarios. Optaron por la asesoría de Ramiro Valdés, para quien la electricidad no es una de las artes que domina, en esa materia los cubanos están muy distantes de la sabiduría y competencia de los técnicos venezolanos.

Donde existe en verdad un grave problema cultural es en el seno del gobierno, donde se mezclan concepciones decimonónicas, con posturas acomodaticias y oportunistas junto a visiones militaristas, que no pueden asimilarse con el pensamiento de izquierda, mucho menos a los postulados democráticos y modernos. Distanciados totalmente de la realidad, su prédica ignora olímpicamente lo ocurrido en Europa del Este, a pesar que recientemente se cumplieron 25 años de la caída del muro de Berlin.

Esa cultura propia del denominado "socialismo real" que fracasó estrepitosamente en todos los lugares donde se pretendió imponer, subsistiendo dos excepciones no ejemplares (Cuba y Corea del Norte) también está íntimamente asociada al fracaso del modelo que han pretendido para nuestro país. A esa cultura pertenece la óptica de subestimación del rol del sector privado en la economía, las expropiaciones sin sentido, la centralización, la consideración del adversario político como enemigo, la intolerancia y persecución a la disidencia interna. El disfrute del poder se convierte en un fin en sí mismo, pretendiendo permanecer indefinidamente en él; no escatiman ningún esfuerzo en pos del "gran objetivo”. Conformándose una élite política asociada al surgimiento de un "nuevo poder" económico (boliburgueses) que disfruta de los grandes beneficios en el ejercicio del gobierno. Atrás quedo la reivindicación social de los sectores más deprimidos, la lucha contra la corrupción y el sueño de edificar una sociedad libre y más justa. Eso explica la frustración de densos sectores inicialmente ilusionados con el denominado "proceso". Banderas que izaron los de la vieja cultura, los oportunistas y los militaristas solo las usaron en función de sus propios beneficios.

La inexistencia de perspectivas favorables acerca del gobierno de Maduro explica el creciente descontento en la base popular del oficialismo, el año próximo puede resultar decisivo para vislumbrar una ruta para despejar el futuro. Si las fuerzas democráticas actúan con el máximo sentido de amplitud podrán capitalizar el fenómeno que ahora se presenta. Para ello los extremos no resultan útiles, muy por el contrario son contraproducentes.

Luis Manuel Esculpí

@lmesculpi

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