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martes, 18 de noviembre de 2014

DOS IZQUIERDAS: LOS MOLINOS MUELEN, por Demetrio Boersner

Demetrio  Boersner 17 de noviembre de 2014

      Hace más de una década, Teodoro Petkoff difundió la noción de  la existencia en América Latina de dos izquierdas diferentes y enfrentadas.  Una de ellas es democrática y respetuosa de los derechos humanos, y ha llegado a gobernar a países como Brasil y Uruguay.  La otra, de características autoritarias, estalinistas y “borbónicas” ejerce el poder en Cuba y domina la conducta del régimen venezolano. 

     Hasta hace poco, la autocracia venezolana –surgida de un maridaje de extrema derecha y extrema izquierda, pero disfrazada de “socialista”- tuvo éxito en recoger los apoyos, no sólo de las extremas izquierdas mundiales de raíz estalinista, emparentadas con el chavismo por su vocación autoritaria, sino también de algunos elementos de la izquierda, democrática. Esa complicidad de ciertos sectores de la izquierda democrática americana y mundial con el abusivo régimen venezolano se debió a varios motivos.  Algunas personas o colectividades de buena fe creyeron la propaganda bolivariana, pero con mayor frecuencia los motivos eran menos perdonables. Gobernantes y otros dirigentes –aun siendo demócratas y conocedores de la realidad venezolana- colaboraron por craso oportunismo con el gobierno de Caracas, ávidos de las prebendas repartidas por ese gobierno (rico en el pasado): petróleo barato o gratuito, dólares, contratos leoninos, y apoyos políticos clientelares. Durante largos años, los progresistas dentro de la unidad democrática opositora en Venezuela  sufrimos el desencanto de escuchar y observar la cínica defensa de nuestro régimen opresor, de palabra y de hecho, por parte de los máximos voceros de la “otra” izquierda latinoamericana: la democrática, que consideramos  “nuestra” 

      Sin embargo, “los molinos de Dios muelen despacio pero muelen muy fino”.  A los tiranos, y a los canallas que  les sirven y que se engordan bajo su amparo, se les demora la hora del juicio, pero no dejará de llegarles al final.  Los pueblos dominados, engañados y explotados pueden tener que sufrir diez, quince, veinte o más años, pero al final será ignominiosa e inapelable la caída y la desgracia de sus opresores.  Así lo determina la fuerza cósmica que algunos perciben como justicia divina y otros como ley impersonal de la historia.

       El principal factor que hoy castiga a ambas izquierdas latinoamericanas y mundiales –pero a la autoritaria y perversa más que a la democrática- es el final de la bonanza de los precios de productos básicos exportados por países emergentes y en desarrollo.  A gobiernos izquierdistas de ambos tipos les faltan los recursos para programas sociales.  Apremiados por los reclamos  de sus pueblos y necesitados de apoyos de la derecha, moderan sus planteamientos, y ya comenzaron a retirar su solidaridad a aquellos miembros de la “izquierda” global cuya conducta es indefendible, además de que ya no tienen dádivas  que ofrecer.

Demetrio  Boersner


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