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martes, 18 de noviembre de 2014

Decreto feliz, @stalin_gonzalez

Stalin González noviembre de 2014

Este año se cumple por segunda ocasión el decreto de unas navidades felices para el pueblo venezolano

Este año se cumple por segunda ocasión el decreto de unas navidades felices para el pueblo venezolano. El año pasado, tal decreto vino acompañado del ya conocido Dakazo, que le dio al venezolano una fugaz alegría pudiendo comprar productos a buen precio, pero luego -en el nuevo año- nos encontramos de lleno con un país desabastecido, comercios cerrados, productos y gasto público desorbitados.

Para darle fin a ese problema, el Gobierno a lo largo de 2014 ha resuelto esconder los indicadores de inflación para no hablar de ella, colocarnos dispositivos biométricos para disimular la escasez y controlar más la economía para, asumo, paralizarla.

En ese desatino económico, nos encontramos de nuevo con la Navidad y su respectivo decreto feliz. Esta navidad, como las otras, no incluye regalos solo en el rubro alimenticio, incluye venta de electrodomésticos, textiles, juguetes, calzados y ferreterías a precios justos, esperando que la existencia de aceitunas, whisky y un televisor a precio de dólar regulado nos haga olvidar la inflación, la escasez y la torpeza política que nos han regalado todo el año; sin embargo, todo luce más complicado. La acumulación de malas decisiones políticas puso a los venezolanos en la incapacidad monetaria de hacerle frente a las compras, incluso en aquellas que el Gobierno presume que nos hará felices, y en caso de poder hacerlo, será después de haber sufrido una cola interminable en abastos, tiendas o supermercados.

El asunto es que Venezuela está pasando por una de sus crisis económicas más importantes en su vida republicana. La economía venezolana se encuentra paralizada por su excesivo control, viciada por la burocracia corrupta y atrapada en medio de la improvisación gubernamental, que se ha traducido en una canasta básica incomprable, en una cola interminable y en un futuro muy pesimista.

Una Navidad feliz solo será posible si asumieran sus responsabilidades, diseñaran una política pública efectiva, sinceraran nuestra política cambiaria y trabajaran por arrancar nuestra economía; de resto, quedará como un decreto más que feliz fugaz será.

Stalin González

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