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viernes, 10 de octubre de 2014

Obatalá y el cangrejo, Vladimiro Mujica


Por Vladimiro Mujica, 9/10/2014

Los venezolanos tenemos que recurrir a veces a fuentes de conocimiento inusuales para muchos de nosotros, aunque perfectamente respetables, para entender lo que está ocurriendo en nuestro país. Cortesía de las omnipresentes redes sociales, me topo con un programa de la televisión de Miami y las declaraciones de un caballero de nombre Carlos Valdés quién se presenta como un Santero Mayor, un Oba Oriate de la religión yoruba, conocedor a fondo del tema de la santería y los babalawos. No es la primera vez que se menciona la importante influencia que la santería y las prácticas yorubas tienen en la conducta de varios miembros prominentes del chavismo, sobre quienes se dice que son practicantes de estas creencias. 

Aclaro que yo tengo el mayor respeto por las creencias religiosas de la gente y creo que comprender este tipo de influencias en las conductas de nuestros gobernantes y sus decisiones es importante en tanto que nos afectan a todos.

No salgo pues de mi asombro cuando el Sr. Valdés explica en televisión que el presidente Maduro es también practicante de creencias yorubas y que su signo es el del cangrejo, Odu Otura Meyi . Busco ávidamente la información en el sitio web (http://centroyoruba.blogspot.com/2013/12/por-que-el-cangrejo-no-tiene-cabeza.html) y me encuentro con una historia que involucra a Obatalá, el Orisha mayor de la religión yoruba, creador de la tierra y escultor del ser humano. La transcribo aquí:

¿Por qué el cangrejo no tiene cabeza?

Pasaba un día el cangrejo y escuchó una conversación en la cual Obatalá anunciaba que le sería colocada la cabeza a todos los habitantes de la tierra. Al escuchar esto, el cangrejo recorrió la tierra avisando a todos la buena noticia para que todos acudieran a los pies de Obatalá. Luego de esto el cangrejo acudió a la casa de Obatalá, encontrándose con la mala noticia de que las cabezas se habían acabado quedándose él sin cabeza, es por esta razón que el cangrejo al no tener cabeza, camina de la forma en que lo hace ya que al no tener cabeza no logra orientarse sobre un camino definido.

Terminaba el Sr. Valdés señalando que el caso de Venezuela era precisamente el de un cangrejo dirigiendo un pueblo.

Yo no sabía si reír o llorar frente a este análisis que la conductora del programa presentó como riguroso y revelador. Lo cual probablemente es cierto dentro de los parámetros utilizados por el analista.

Por supuesto que estoy muy lejos de compartir la idea de que comprender el caso venezolano se facilita con tesis religiosas, excepto para incluir como elemento de análisis la manipulación que se hace de la figura del Comandante Eterno para transformarlo en una figura benévola y celestial. Años de formación universitaria y haber crecido en un hogar con un padre comunista y agnóstico me han enseñado a creer en otras rutas de análisis y conocimiento. Pero la explicación del Sr. Valdés tiene para mí el valor de que probablemente mucha de nuestra gente se la crea, tal es el impacto que la santería tiene en Venezuela.

Inevitablemente, pienso en la imagen del cangrejo y no me queda otro remedio que imaginarme a mi país como esta criatura, retrocediendo en literalmente todos los aspectos que hacen amable la vida. La doctrina del resentimiento que ha enfrentado a los venezolanos ha ido generando una mayoría cuya expresión más dolorosa es la salida de miles de jóvenes talentosos que escapan de nuestras tierras. Ellos son la demostración más explícita de que ya se ha construido por sí misma la nueva mayoría de la que tanto se habla por los predios de la oposición. Ella está constituida por los “sin futuro”, una categoría que incluye primariamente a los jóvenes que no encuentran ninguna posibilidad de armar sus vidas en un país que les cierra todas las puertas. Quizás el hecho más importante por su connotación política sea la circunstancia de que ni los jóvenes “azules” ni los jóvenes “rojos” tienen futuro. Probablemente esa es la verdadera mayoría a la que el movimiento que logre articular elecciones con resistencia pacífica y constitucional para provocar un cambio en Venezuela debe dirigirse.

Como son las paradojas de los hechos sociales: las políticas del cangrejo han arruinado al país y, al mismo tiempo, han terminado por acercar a la gente en su condición de víctimas de un desgobierno que les roba su futuro a todos. Queda en manos de la dirigencia del movimiento de resistencia ciudadana en que debe transformarse la oposición venezolana encontrar las claves para darle direccionalidad política al descontento de la mayoría.

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