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martes, 23 de septiembre de 2014

Los indeseables de la Guardia Nacional, Eddie Ramírez


Por Eddie Ramírez, 23/09/2014

La depuración de la Guardia Nacional es una tarea que debería unir a todos los venezolanos. Este componente de nuestra Fuerza Armada merece respeto tanto por las delicadas y exigentes misiones que desempaña, como por los distinguidos oficiales, clases y guardias que han pasado por sus filas. Hoy hay numerosos oficiales que han estado presos, se encuentran en el exilio o han sido dados de baja por sus convicciones democráticas. Sin embargo, si no hay una depuración que debería iniciar el alto mando actual, este cuerpo estará destinado a desaparecer.

En su libro Venezuela, política y petróleo, Rómulo Betancourt narra los abusos cometidos en Sacupana, isla convertida en cárcel por Pérez Jiménez. Allí, un cabo de la Guardia de apellido Juárez, después de repartir peinillazos a los presos políticos los increpaba cobardemente ¨Vengan, peleen, que sabremos defender el honor del ejército¨ . En la cárcel de Ciudad Bolívar, en 1953, guardias borrachos dirigidos por un tal Céspedes y otro guardia apodado ¨Siete Machos¨, se ensañaron en contra del preso político Baudilio Rodríguez, quien resistió los golpes con gran estoicismo. Tampoco puede olvidarse la matanza de Turén en Portuguesa. Esos hechos repudiables fueron cometidos en tiempos y lugares sin acceso a los medios de comunicación. Solo se enteraban familiares y amigos.

Desde el 2002 han ocurrido cientos de agresiones de la Guardia Nacional. Hasta hace poco presenciábamos por televisión los atropellos en el momento de producirse. La mayoría de los venezolanos no fanáticos del régimen repudiaba estos hechos de violaciones de los derechos humanos, pero pronto se olvidaban. ¡Está prohibido olvidar! Por ello esta semana debemos recordar que un 25 de setiembre del 2003, unos 350 indeseables del Destacamento 44 y otros llevados desde Barquisimeto, conjuntamente con policías del Estado Falcón, tomaron por asalto a las 4:41 am, amparados por la obscuridad, las residencias del campo petrolero de Los Semerucos. Dispararon lacrimógenas dentro de las viviendas, obligando a salir asfixiados y despavoridos a abuelas y madres con niños en sus brazos. Peinillazos, lacrimógenas directamente a la cabeza de hombre y mujeres que corrían por las calles, balas de plásticos. Gritos de guerra, tildando de putas a las damas residentes, exclamaciones de ¨nosotros sí somos machos¨, causaron un terror indescriptible. Todo ello fue presenciado por el mundo gracias a la Globovisión de ese entonces y a valientes periodistas.

Desde entonces hemos solicitado se investigue la actuación del teniente coronel Dionisio Durán, funcionario de Pdvsa, y de los siguientes efectivos, con el rango que tenían entonces: teniente coronel Lenín González Trómpiz, mayor Manuel Graterol, capitanes Giovani Bianco y Raúl Millán, teniente Montilla, sargento Omar Luque Z., cabos Julio Mireles S. y Bravo, guardias Alirio Barradas, Bermúdez y Piña. Igualmente a Iván Hernández, entonces Gerente del Centro de Refinación de Paraguaná y al general Jesús Villegas Solarte, Comandante General de la Guardia en ese momento.

Hoy todos presenciamos por las redes sociales, y por fotos en los pocos periódicos no comprados por el régimen, los viles atropellos en contra de estudiantes y ciudadanos en general. Existen numerosos videos y fotos que identifican a los agresores directos y a los oficiales que los comandan. No todos en la Guardia son indeseables, pero si el resto no reacciona para autodepurarse están destinados a desaparecer como cuerpo.

Como en botica: Simonovis, Forero, Vivas y los policías de la Metropolitana nunca debieron estar presos porque son inocentes. Respetuosamente sugerimos a la Asociación de Víctimas de esa masacre que exija una Comisión de la Verdad, que lean el expediente y el libro¨ Las balas de abril¨, de Francisco Olivares. Algunos de los presuntos asesinos no fueron enjuiciados y otros no fueron identificados. Cayeron nueve partidarios del gobierno, nueve participantes en la marcha y uno no identificado. A ninguno se le ha hecho justicia. Nuestra solidaridad con la inteligente y valiente Rayma. Infelices las declaraciones de Arturo Casado S. En Coro explotó bombona de gas industrial mientras era recargada por Pdvsa Gas Comunal, ¿tenían el entrenamiento necesario? Retirarle la nacionalidad a María Conchita es un atropello y una imbecilidad.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!


Eddie Ramírez
eddiearamirez@hotmail.com

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