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miércoles, 17 de septiembre de 2014

La historia de Roberto, el chavista que vino a Cuba a raspar el cupo, @yusnaby



Por Yusnaby Pérez, 16/09/2014

Esta es una historia real, sólo cambié los nombres para la protección de los implicados.

Yusimí es de esas mulatas despampanantes que uno se encuentra en cualquier cuadra de Centro Habana: extensiones por la cintura, labios de un rojo más intenso que la sangre, tacones de aguja, una falda más pequeña que la cuarta de mi mano y una sonrisa 24 horas. En el barrio le dicen “La Franklin“, pues “por un billete de 100 dólares hace de todo“.

Si, Yusimí es prostituta, o jinetera como se dice en Cuba.

Ella siempre tiene ropa de hombre y colonias para vender. Por eso, cuando necesito algo paso por su casa y, como es muy divertida, me quedo conversando con ella un buen rato. Ahí me actualizo de todo lo que ocurre en el barrio; desde las “travesuras de Mercy“ hasta sus incontables historias con turistas extranjeros. Ayer, como quien cuenta una exclusiva jamás antes vista, me narraba con su amplio vocabulario popular cubano la historia que tuvo con un venezolano chavista que conoció una semana atrás.

-¡Niño! Era una cosa fea que yo no te puedo explicar y tenía un bigote igualito al de Maduro- Comenzó a contarme.

Resulta que los 2 se conocieron en una CADECA (Casa Estatal de Cambio de Monedas) del Vedado. Yusimí estaba en la cola para cambiar unos euros que tenía ahorrados y Roberto (el venezolano) quería cambiar a dólares los pesos que había “raspado“ del cupo de viajero que anualmente tienen acceso los venezolanos como resultado del control estatal de dólares que existe en esa nación. En la tarde del día siguiente Roberto se marchaba a Caracas. Fue un viaje exprés con el único objetivo de raspar el cupo y regresarse a Venezuela con los dólares.

Los venezolanos están viniendo a Cuba a extraer el “cupo de viajero“ que le otorga el Gobierno Venezolano a un cambio de 11.3 bolívares por cada dólar. Una vez en La Habana, van a un banco y extraen la cantidad asignada en la tarjeta (de 2500 a 3000 dólares) en pesos convertibles y luego en las CADECA los cambian a dólares pagando un impuesto.

-Ay papi… tienes muchísimo dinero- Le dijo Yusimí mientras Roberto le miraba las tetas.

Ahí comenzó todo.

Después de una hora de cola bajo un sol abrasador ya Roberto había invitado a Yusi a varios refrescos y un poco de maní. Tras cambiar, se fueron para la habitación que Roberto había rentado cerca del Capitolio donde ocurrió “lo que tenía que ocurrir“. El venezolano quedó maravillado con los encantos de la cubana y la invitó a cenar esa noche.

-Cuando yo me aparecí por la noche y le vi la vestimenta que tenía le dije: ¡Mira papi! Si tu quieres que yo salga contigo, te me quitas ahora mismo el pulovito (T-Shirt) rojo ese de Chávez y te me pones algo decente, que aquí en La Habana eso no se usa- Contaba Yusi muy seria, aunque sonaba gracioso.

Salieron a cenar a la Bodeguita del Medio, la cubana oliendo a Chanel y el venezolano con 3000 dólares en el bolsillo. Después de una botella de Chardonnay chileno, un enchilado de camarones y varios mojitos, ya el venezolano de 54 años se sentía Brad Pitt al lado de su mulata de 19.

-Quiero que te vengas a Venezuela a vivir conmigo- Le dijo Roberto al momento de pagar la cuenta.

-¡Claro! ¡Me encantaría! Estoy loca por salir de este comunismo.- Le dijo Yusimí, pero el chavista no mostró mucha atención al comentario político pues se había vuelto a hipnotizar con sus tetas.

Yusi le dijo que necesitaba dinero para arreglar sus papeles, pagar algunas deudas, sacarse el pasaporte y comprar el billete de avión destino Caracas. Para resumir la historia, Roberto le dio a Yusimí una buena parte de los 3000 dólares, pasaron juntos la noche y al día siguiente se marchó a Venezuela con mucho menos de lo que esperaba y con la esperanza de haber encontrado al amor de su vida.

-¿Pero niño… tú te crees que yo me voy a ir para Venezuela? Dicen que aquello está casi peor que Cuba, con las mismas colas y todo. Es como ir de “Guatemala“ para “Guatepeor“.- Me decía justo al terminar de contarme los detalles sexuales con Roberto que he decidido no publicar.

-Yusi- le respondí yo – No son sólo las colas, es la violencia. Venezuela tiene record mundial de homicidios intencionados anuales. Ahí no se puede ni siquiera caminar tranquilo por la calle.- Le expliqué a mi amiga sobre todo lo que he aprendido durante los últimos meses sobre Venezuela.

-Pero claro, para allá no voy ni amarrada. Aquí por lo menos no me matan. Ya le dije a Roberto que no hay apuro, que venga en enero a cobrar el cupo del 2015 si me quiere ver.

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