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sábado, 6 de septiembre de 2014

El “sacudón” de una pluma, por Miguel Méndez Rodulfo

Miguel Méndez Rodulfo 05 de septiembre de 2014

Maduro había anunciado por primera vez el "sacudón de Gobierno" el día 27 de junio de este año; entonces había pautado que dos semanas y media después revelaría las nuevas medidas. Pasó ese lapso y nada se anunció. Pasaron otras dos semanas y media más, y otras y de nuevo otras más, hasta que por fin decidió revelar la gran verdad. Según el diccionario la palabra sacudir significa “mover con brusquedad una cosa de un lado a otro”. Luego, un sacudón, debe ser una cosa todavía peor. Para los acólitos del gobierno y los analistas que lo siguen, ese tiempo en el que estuvieron en ascuas fue extremadamente largo ya que esperaban que el usufructuario de Miraflores cavilara para devolverle la prosperidad a Venezuela. Que se devanara los sesos seleccionando entre economistas muy capaces, médicos muy experimentados en materia de salud, especialistas en el tema agroalimentario, profesores expertos en el tema educativo, etc., a los cuales había oído con atención mientras le explicaban, cada uno, la mejor manera de enrumbar al país en el tema de sus especialidades.

Si consideramos la expectativa que se generó y los resultados expresados por Maduro el 2 de septiembre, tendremos el equivalente al “parto de los montes”; o al acto con violencia de sacudir una única pluma. Vano intento que le pudo haber costado a Nicolás el dislocamiento del hombro, mientras la pluma se agitaba ingrávida un metro en el aire, hasta depositarse con suavidad en el suelo. “Tiene que rehacerse todo, cambiarlo todo para servir al pueblo. Tiene que iniciarse una nueva etapa de la Revolución”, bramaba el Presidente, pero en tanto que en aquellas interminables horas hablaba sin decir nada, los venezolanos que abrigaban alguna esperanza de rectificación, se decepcionaban y apagaban sus televisores. La prensa del día siguiente informaría de lo poco que valiera la pena destacar. Los temas económicos que urgían ser abordados dada la grave crisis fiscal por la que atraviesa el gobierno, fueron pospuestos; así el reajuste de la gasolina y de los precios rezagados que mantienen la escasez, se difirieron.

De los cambios ministeriales, la mayoría de ellos enroques (siguen las mismas caras de Ramírez, Jaua, Menéndez, Varela, Cabello, Molina, Rodríguez, etc.) vale la pena comentar que la estratégica área de finanzas se le entrega a un militar: el general Rodolfo Marco Torres es el nuevo Vicepresidente para Economía y Finanzas, a la vez que también el nuevo ministro de Finanzas y Banca Pública. Esto es un nombramiento increíble. En una hora crucial para Venezuela, en que el problema económico es el asunto más importante por resolver, en vez de colocar a un experto economista, se elige a un militar. Quizá esto pruebe la sujeción del Poder Ejecutivo al estamento militar. Aunque parece una jugada política de afianzamiento en el poder, en la práctica es un suicidio político.

Otro cambio digno de destacar es, sobre todo para quienes analizamos el tema de desarrollo urbano y vivienda, la fusión de los ministerios de Vivienda y Hábitat y el de Ambiente, bajo el nuevo rimbombante nombre de “Ministerio de la Vivienda el Hábitat y el Ecosocialismo”, al frente del cual estará  Ricardo Molina. Esta fusión tiene el agravante de que esta adscrita a la Vicepresidencia del Gobierno para el Desarrollo Territorial, que presidirá Elías Jaua. ¿Qué sabe Jaua de ambiente y de desarrollo urbano y vivienda? ¿Qué sabe Molina de ambiente? A nuestro modo de ver este es otro disparate de este régimen. Si bien Minvih debe ser un ministerio con cartera propia, también debe serlo ambiente. Son dos áreas estratégicas para la nación y cuyos ministros deben estar sentados en el gabinete decidiendo junto al Presidente el mejor destino para Venezuela.

Miguel Méndez Rodulfo

Caracas 5 de septiembre de 2014

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