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martes, 2 de septiembre de 2014

DEBILIDAD Y FUERZA, por @AmericoMartin

Américo Martin 28 de agosto de 2014

Se refiere Armando Durán al papel de las “encerronas” de la MUD propuestas por cierto por Antonio Ledezma, y también a lo que he dicho sobre la unidad y la diversidad, trabajando juntas pese a ser discrepantes.

Debo comenzar reconociendo una coincidencia básica. Acepta Armando que la fuerza de la unidad opositora y específicamente de la MUD está en un hecho paradójico y al mismo tiempo absolutamente lógico: la fuerza de la alternativa democrática –a diferencia de lo que ocurre en la acera oficialista- está en que es plural. Se trata de muchos factores distintos unidos por una tarea superior que prevalece –sin eliminarlas, más bien alentándolas- sobre las diferencias que las separan.

¿Por qué es eso la fuerza de la oposición plural? Porque Venezuela, como cualquier otro país del mundo también es plural y por lo tanto si se quiere encausar toda la sociedad y no una sola parte de ella, la coalición que la dirija debe reunir, si le fuera posible, las muchas corrientes de pensamiento que expresan a los variopintos venezolanos. Solo así podría confundirse con la nación misma y conformar una poderosa mayoría favorable al gran cambio hacia la democracia, la productividad, la libertad y demás elementos que conforman la modernidad, el progreso y la civilización. Es, como se apreciará, un objetivo macro, superior.

¿Sería posible alcanzarlo si se renuncia a la convivencia plural y se abraza una única ideología, un único jefe, una tendencia hostil a cualquiera otra?

Imposible, porque reventaría el frente unitario nacional. Nadie aceptará buenamente que se proclamen unidades y simultáneamente se pretenda imponer una solitaria y excluyente versión ideológica y política.

En la MUD y sus alrededores hay organizaciones y personalidades ideológicamente plurales: socialdemócratas, demo-cristianos, desarrollistas, liberales y eventualmente marxistas críticos. La estructura que pueda ponerlas a trabajar juntas por una causa suprema que necesiten todos, será la más poderosa, la más numerosa. Si administra ese potencial con destreza, inteligencia, firmeza, tendrá una excelente posibilidad de vencer.

Armando Durán está de acuerdo con eso, no obstante añade algo obvio: sí, allí está su fuerza pero también su debilidad porque ninguno de sus componentes está en capacidad de imponerse con el fin de proporcionarle la coherencia indispensable, que también se requiere.

Nadie ha dicho que el oficio político sea fácil, pero no hay en la Venezuela de hoy otra manera de plantear el cambio que aprender a relacionar la amplia representación con la coherencia posible. Y ese aprendizaje pasa por reconocer la realidad. No es bueno, no es sano, no es útil copiar la supuesta coherencia del bloque político encabezado por el presidente Maduro. Porque en ese caso, habría que sacrificar la representatividad, romper el pluralismo y confiarse a un líder afortunado con su partido amarrado solo a él. Eso se llama sacrificar la mayoría a la coherencia. Algo así como un chavismo al revés. Dos maquinarias enfrentadas dejando a la inmensa nación mirando el espectáculo desde las tribunas.

Coincido con Durán en que una mayoría diversa tiene la desventaja de tener que meterse en encerronas y aceptar, aun sin compartirlas, las iniciativas de los socios de la coalición. Sin embargo eso se compensa con creces por el hecho de contar con la mayoría, la que decide.

La experiencia, la destreza, permitirán ir mejorando la eficiencia de la conducción sin perder el respaldo de la mayoría a la que se tenga el honor de dirigir. La manifestación más pura del arte de la dirección política será sin duda el equilibrio entre representatividad y coherencia, pluralidad y eficacia. El arte de dirigir procesos complejos solo se adquiere dirigiéndolos. En la disidencia democrática hay partidos, personalidades y líderes muy preparados para semejante tarea.

El punto clave aquí es que por tratarse de factores distintos dotados de pensamiento plural, postulan iniciativas diferentes en aquello que no sea el común propósito. ¿Qué hacer con ellas? ¿Acaso cauterizarlas, prohibirlas, vetarlas? En absoluto. No solo hay que estudiarlas sino que, si no hay acuerdo, lo prudente es que el o los de tales iniciativas puedan desplegarlas por sí mismos. A la MUD le corresponderá respetarlas y en modo alguno descalificarlas.

Porque a la unidad no puede convenirle que sus componentes se esterilicen, se paralicen y solo hagan lo que resuelva la MUD. Eso, en mi opinión es conspirar contra sí misma. ¡Que todos fortalezcan su musculatura, promuevan sus líderes, compitan sanamente por ganar territorio social y político! La única condición es la evidente: que lo hagan sin dirigir el esfuerzo contra la MUD, contra los proyectos unitarios, pisándose la manguera. De ese modo será como una danza vistosa de tendencias exhibiendo y poniendo a prueba propuestas al tiempo que colocándolas en el acervo de la unidad en la MUD y otras instancias: sindicales, estudiantiles, gremiales y un gran etcétera. Equivale a plantear el cambio de poder por la vía de mayorías ajustadas pacíficamente a la constitución y al servicio del país, incluso de los sectores que representan al actual bloque político gobernante.

No sé si algunos llegarán a pensar que la variedad de candidatos de la unidad pueda desatar una intensa competencia.

¡Excelente! Para el gobierno sería un verdadero desastre, rompería la unidad que, además de Maduro, apareciera otro candidato chavista. Por el contrario varios abanderados fortalecerían la unidad opositora ahora mismo y en posterior elección.

En los arcanos de la MUD están las primarias. Tres millones de “electores” decidieron. Si se asume esta complejidad con inteligencia podría esperarse que esta vez decidan unos cinco millones.

Sería un gran salto adelante. Una victoria anticipada


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