viernes, 15 de agosto de 2014

“En Venezuela ya ni siquiera queda una ilusión de armonía”, por Albinson Linares

Por Albinson Linares | 12 de Agosto, 2014

Entrevista a Ramón Piñango

Hace 30 años Moisés Naím y Ramón Piñango eran unos jóvenes profesores del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), dedicados al análisis y estudio de las políticas públicas y los entornos gerenciales del país. Una mañana, a inicios de los ochenta, recibieron la visita de varios empresarios venezolanos que habían cursado seminarios en la Escuela de Negocios de Harvard y volvieron a Venezuela con varias inquietudes.

Habían experimentado el eje central de la aproximación teórica usada en ese centro de estudios, que es el uso de los casos, y traían en mente aplicar esos principios en el país: “Un caso de estudio es la organización de un material sobre una experiencia organizacional, una decisión o cualquier cosa que tenga que ver con manejo de organizaciones. Puede ser en cualquier área pero sin interpretar nada. Se exponen los datos, se arma la historia y se presenta. Estos empresarios querían que armáramos un caso sobre Venezuela”, recuerda Piñango.

En 1984 luego de meses llenos de duras jornadas de investigación, recopilación de data y edición, se publicó El Caso Venezuela: una ilusión de armonía, un ambicioso estudio transdisciplinario dirigido por la dupla Naím-Piñango que reunía una pléyade de expertos entre los que destacaban Elisa Lerner, Asdrúbal Baptista, Héctor Valecillos, Sergio Bitar, Pedro Cunill Grau, Tomás Eloy Martínez, Ignacio Ávalos y Haydee García, entre otros.

Desde entonces este volumen se ha convertido en referencia académica para todos los investigadores que desean ahondar en las problemáticas del desarrollo histórico, político y socioeconómico del país. La razón de su vigencia estriba en las graves tendencias que detectó a inicios de los ochenta y que aún perduran, con los agravantes lógicos del paso del tiempo, como la debilidad institucional, un crecimiento rápido junto a un frenético proceso de industrialización y la gran conflictividad social que eso conlleva.

“Pese a las dictaduras, los golpes de Estado y los personalismos, para 1984, hacía tiempo que había un gran ausente en nuestras relaciones sociales y era el conflicto. Eso era muy extraño porque había tres grandes lineamientos básicos que habían orientado, de manera implícita o explícita, el manejo del país y las organizaciones privadas: hay pa’ todo, todo es posible y, como hay pa’ todo y todo es posible, de ahí surgía la evasión del conflicto como norma fundamental”, rememora Piñango como si ayer fuera hoy y Venezuela siguiera siendo un fascinante caso de estudio.

¿Cómo define los métodos usados para gerenciar Venezuela por ese entonces?
La gerencia venezolana estaba signada por el terrible principio de que ‘si hay para todo y todo es posible ¿por qué le voy a decir que no a una solicitud tuya?’. Eso afectó, entre otras cosas, el no tener que escoger prioridades ¿Cuándo sé que estoy haciendo un buen ejercicio de establecimiento de prioridades? Cuando hay algo que quiero atender pero tengo que decir que no, porque hay cosas más importantes y no hay recursos de dinero, tiempo, talento, etc. cuando tienes que decir no a algo que amas y sientes ese desgarramiento, estás estableciendo prioridades.

¿Qué casos de evasión de la realidad recuerda en la gestión pública del país?
No había estímulos para priorizar porque todo era posible y había pa’ todos, eso se reflejaba en que invertimos en muchísimas cosas. No todo eso lo criticamos porque nos dejó un gran desarrollo de la red vial, por ejemplo, pero también nos legó toda la locura de Guayana. No solo establecimos SIDOR sino también el Plan IV de SIDOR, en 1975, que era multiplicar por cuatro toda la producción en muy pocos años. Eso no era posible y trajimos gente de muchos lugares del mundo. Recuerdo mucho a los hindúes que vinieron y como en Guayana no había suficientes habitaciones se compró un barco, el Cristóforo Colombo, que se ancló en el Orinoco para usarlo como hospedaje. Otro gesto hermoso y poético de nuestra política internacional fue regalarle un barco a Bolivia, también hicimos una gran virgen para la paz en Trujillo. Teníamos el proyecto del puente hacia Margarita que Luis Herrera ofreció, pero era un viejo sueño del Ministerio de Obras Públicas. La idea original era que el puente saliera de tierra firme y, cuando se aproximaba a la isla, se sumergía para convertirse en un túnel de cristal en el que los viajeros pudieran ver las ruinas de Cubagua. Pero no solo hubo ideas locas en el sector público, recuerdo una iniciativa privada que fue la crueldad de poner el safari Carabobo, en un lugar sin agua, por eso se murieron muchos animales.

En el capítulo final de Caso Venezuela alertan sobre la grave carencia de mecanismos sociales para la resolución de conflictos, ¿continúa esa problemática?
En la Venezuela de entonces argumentábamos que había dinero para no tener que enfrentar el conflicto, para no decir “no, eso no se puede” a cualquiera: desde un sindicato, pasando por los gremios, empresarios, trabajadores, etc. No existía la noción de concentrarnos en prioridades porque los recursos, después de todo, son limitados. Por eso no desarrollamos los músculos sociales para manejar el conflicto, las instituciones y mecanismos sociales de resolución de conflictos. El gran mecanismo para resolver conflictos es el sistema judicial, también los concejos municipales, órganos deliberantes como el Congreso y todos los organismos pero nadie estaba trabajando en fortalecer esos  mecanismos de resolución de conflictos, eso explica la actual debilidad donde todas las instituciones están cooptadas. Nosotros decíamos que aquí había una ilusión de armonía pero no tenía base. También existía el mito de que los venezolanos no somos conflictivos, esa sensación de que todo es chévere.

¿Persistía esa idea pese a todo el pasado independentista, las revoluciones y episodios como la Guerra Federal?
La mayoría de esos hechos fueron en el siglo XIX y estaban olvidados. En 1983 teníamos democracia desde la caída de la dictadura perezjimenista en el ‘58. Otra idea fija era que la democracia ya estaba aquí para quedarse, los militares permanecían en su sitio y todo esto creaba una ilusión armónica. Nosotros decíamos “cuidado” porque no sabíamos resolver nuestros conflictos y estaban comenzando los tiempos de escasez donde, a punta de plata, no íbamos a poder resolver todos nuestros problemas y creo que no nos equivocamos. Había una serie de cosas que no se cuidaban, para cualquier cosa se creaba un comité, había muchas organizaciones y poca organización. Incluso se pisaban las mangueras, unas a otras, porque había un desprecio por la “carpintería”, se pensaba que lo importante era tomar decisiones y ya. Pues no, porque en la implementación se pueden distorsionar las cosas.

¿En algún momento sintieron, como muchos de sus lectores, que ‘El Caracazo’ estaba pronosticado en su investigación?
Recuerdo que en 1989, cuando vino el Caracazo, Moisés era ministro y todo el día traté de comunicarme con él pero Cantv estaba colapsada permanentemente. Fue muy tarde en la noche cuando pudimos hablar y le dije ‘¿No es una desgracia que lo que temíamos esté ocurriendo?, hubiera preferido que estuviéramos equivocados’. Lo que más nos preocupaba era que sin mecanismos sociales para resolver nuestros conflictos, las instituciones estaban muy débiles y sí creo que la historia reciente del país ha puesto en evidencia eso de una manera dramática. Ya no hay árbitros creíbles, porque buena parte del país no cree en muchas de las instituciones. No puedes jugar fútbol sospechando que, debajo de su uniforme, el árbitro lleva la camiseta del otro equipo, eso es lo que ocurre actualmente.

La fatalidad de las indecisiones

¿Comparte la visión de algunos analistas que critican la lentitud del actual gobierno para tomar decisiones económicas?
Es fascinante ver que estamos viviendo una evasión del conflicto con consecuencias muchísimo más graves que las vividas después del ‘58 y el ’74, cuando se agravó todo. Ahora es mucho más dramático porque se postergan decisiones que deben tomarse, por lo menos Carlos Andrés Pérez se atrevió aunque no lo hizo de la manera adecuada, ni tuvo el apoyo decidido de Acción Democrática (AD), eso es muy cierto. Pero es que ahora tampoco hay un apoyo irrestricto del PSUV pese al congreso, que fue muy manipulado y eso lo sabemos todos. Acá se posterga todo hasta que las cosas se agravan muchísimo.

Hace poco el presidente Nicolás Maduro declaró que no hay apuro para acordar el incremento del precio de la gasolina…
Estamos viviendo una escasez como nunca habíamos conocido y esa es una de las múltiples razones por las que sería conveniente subir el precio de la gasolina, estamos de acuerdo, pero ¿por qué no le quitan todos los combustibles que estamos subsidiando a otros países? Ah, porque eso no les conviene políticamente, pero igual van a aumentar un poquito en el mercado local y seguirán subsidiando el petróleo para el extranjero. Parece que quieren vivir en el peor de los mundos posibles.

Con sus más de siete millones de militantes inscritos ¿es el PSUV el partido más grande de la historia de Venezuela?
Creo que el gran partido de la historia de Venezuela fue AD porque el PSUV es un partido muy centralizado con muy pocos voceros, en los buenos tiempos de AD y COPEI podías hablar de muchos voceros y varios candidatos presidenciales, cosa que no pasa con el partido de gobierno. La manifestación más evidente de la decadencia de AD fue cuando un sábado, el superpoderoso Alfaro no pudo entrar a su comando de campaña porque le pusieron un candado. Después de ser un gran partido de masas en AD perdieron la conexión con la base, que era su gran mérito, y así perdieron el poder.

¿Por qué cree que luego de tener un movimiento tan exitoso como el V República, Chávez decide crear un partido clásico como el PSUV?
Es raro porque el Psuv es un partido leninista muy centralizado, poco original. Uno puede entender que AD y Copei sean así, pero un supuesto partido revolucionario, no. Los partidos revolucionarios, como en la experiencia soviética con Stalin, obedecen a un gran caudillo y quizá eso era lo que perseguía Chávez.

¿Cómo ve la gran influencia electoral del PSUV?
Es una maquinaria efectiva aunque, hace poco, leí denuncias de gente que trabajó en las elecciones del PSUV sobre irregularidades. Parece que hubo militantes que llegaban con cédulas para votar por otras personas. Ellos tienen sus operaciones remolque y todas esas cosas, pero ya no dan para más, hace rato que llegaron a su tope. AD, con todo y todo, se dividió más de una vez por posiciones ideológicas, así se crearon el MEP, el MIR, etc. porque había discusiones y desacuerdos de fondo. En el PSUV dicen que están los radicales, los custodios de la herencia de Chávez, pero poco se sabe de sus discusiones, por el control férreo desde las cúpulas.

¿Por qué compara al PSUV con AD en sus análisis?
Porque lo que le pasó a AD, en décadas, les está pasando a ellos en menos de 10 años. AD se descuidó y terminó desconectada del país real, pero por mucho tiempo fue un buen transmisor de las necesidades de abajo y las expectativas de arriba. El desgaste del PSUV es mucho más rápido, también porque vive de la dependencia de una sola persona que era Chávez, esta situación fue propiciada por él y utilizada por otros. Se necesitan dos para bailar ese tango: quien propicia su imagen para el poder y quienes usufructúan eso. Están esos que te apoyan porque sacan ventaja de eso, no es porque te admiren o amen, sino que se aprovechan.

¿Cómo ve que en el momento cuando se plantean divergencias en el seno del Psuv la oposición se atomice?
La oposición ha estado atomizándose desde hace mucho tiempo. Su principal debilidad es su falta de conexión con el país real, con las necesidades de la gente. Aún tienen ese problema. ¿Cuándo ves la discusión sobre las carencias del pueblo en sus intervenciones? Por estos días los hemos visto hablando del aumento de la gasolina que es un tema concreto, importantísimo, pero ¿dónde hubo una declaración fuerte donde 5 ó 7 partidos de la MUD se reúnan y digan a los medios que es intolerable el tema de las medicinas? Hay gente que está muriendo por la falta de insumos médicos y ellos no declaran nada contundente. Hay personas que se hacen quimioterapias en patios, porque en las unidades de oncologías no hay capacidad. Eso es deprimente, es un sufrimiento pero no vemos unos líderes que se paren y digan que eso no puede ser así: eso es conectar con las necesidades de la gente y no lo hemos visto.

¿Y cuál es el futuro próximo para líderes como Henrique Capriles?
No voy a personalizar pero pareciera que, en muchos sectores, hay un gran supuesto de que esto va muy mal y cuando lleguemos al desastre, cuando las cosas se pongan muy apretadas, van a tener que venir a hablar con nosotros. Y ahí es cuando se van poner condiciones, siento que ese es un supuesto fundamental de parte del liderazgo opositor. Pero eso sólo es un supuesto.

¿Cuáles son las principales diferencias entre el gobierno de Hugo Chávez y la actual administración?
Chávez parece que los unía a todos, desde gobierneros a opositores. Él se esforzaba por mantener algunas apariencias, el tema con el régimen actual de Maduro es que las apariencias no importan. Con Chávez quedaba un perfume de institucionalidad pero ahora la actitud es de “lo hago y tú te la calas”. Como la declaración de Rafael Ramírez sobre la venta de CITGO acerca de que se va a vender cuando aparezca una oferta conveniente, pero ¿quién decide cuál es una oferta conveniente? porque eso no es un avión sino algo importante para la industria petrolera. Eso lo que muestra es una ausencia completa de institucionalidad. Además les conviene que la oposición refunfuñe y patalee, porque con eso se mantiene la ilusión de democracia. Aún exista gente importante en la vida política del país que no se atreve a llamar a este régimen como una dictadura.

Y Usted ¿cómo califica al actual gobierno?
No tengo problemas en decir que es una dictadura del siglo XXI. No me voy a poner a decir que es un régimen híbrido, como dicen algunos politólogos. Este gobierno de ahora ni mantiene una apariencia, quien contribuye a que tenga un cierto toque de democracia es la oposición. En Venezuela ya ni siquiera queda una ilusión de armonía, vivimos en una dictadura con adornos democráticos.

¿Cree que la legitimación constante por medio de procesos electorales también puede ser una forma de dominación?
Pareciera que es bueno el cilantro pero no tanto. Tantas votaciones pueden minar la credibilidad de las elecciones, que es lo que está pasando. No sólo en la oposición sino también en el chavismo que ha tenido que recurrir, más y más, a sus operaciones de remolque, arrastres o los remates como ellos lo llaman. Si las elecciones no tienen consecuencias se mina su credibilidad, tanto en un partido como en un país. No puede ser que la mayoría de la gente votara por la oposición en las últimas elecciones parlamentarias y tengan una menor representación, por la perversión de las circunscripciones electorales. La gente no siente que su voto tiene consecuencias.

¿Cómo define al fenómeno de que, cuando un opositor gana algún cargo electoral, debe gobernar junto a otras instancias como las corporaciones regionales manejadas por militantes del PSUV?
Cuando pierden las elecciones activan un contrapoder de inmediato. El candidato oficialista perdedor es nombrado, automáticamente, presidente de una corporación estatal o ministro. Y algo mucho más grave es que si deciden que hay un alcalde que, por ejemplo, no para las protestas, lo sacan como pasó con Scarano y Ceballos. Y si no le gusta a la oposición, que chillen, pero igual los sacan. Esa es la política real.

¿Cómo proyecta que se comportará la masa crítica del voto chavista en los próximos eventos electorales?
Creo que primero pasará por una abstención alta o un cinismo tremendo, porque la participación electoral tiene mucho que ver con que sientas que tu voto tiene consecuencias. Eso te da un sentido de eficacia política. Si el venezolano tuviera un alto sentido de esa eficacia hoy en día, diría calladamente “vámonos de este país porque esto se perdió y todo el mundo está loco”. No hay razones para creer que tu voto hace la diferencia, eso es muy delicado y grave.

La gerencia verde oliva

¿Percibe que hay diferencias entre el discurso de empoderar a la ciudadanía y la praxis política, mucho más centralista?
Desde hace largos meses estoy viendo que este es un régimen militar, con un civil que simula ser presidente. Simplemente contemos la cantidad de militares o exmilitares en cargos clave, además hay militares retirados que los han reincorporado y los ascienden. Los expertos dicen que tenemos más generales que países mucho más grandes.

¿Eso es algo común en otros países democráticos?
Claro que no. Aquí pareciera que se parte del supuesto de que, si eres militar, sirves para todoy puedes manejar cualquier cosa. Creo que la formación militar es valiosa para estrategias que tienen que ver con la defensa del territorio, seguridad de la nación y algunas nociones de desarrollo, pero ¿es bueno para todo?, no. Si eres bueno manejando un batallón, eso no quiere decir que seas un buen ministro de economía. ¿De dónde se sacó esa visión?

¿Cuáles son las características de la gerencia implementada por militares?
El militar, por definición, tiende a centralizar, a mantener y maximizar el control directo. El control directo tiene costos elevadísimos al gerenciar una organización, son mejores los controles implícitos que creas o desarrollas creando cultura, reclutando bien a tu personal e incentivando el compromiso de la gente. Eso es lo que se enfatiza en la gerencia contemporánea pero el viejo control directo donde “se hace lo que yo quiero y estoy encima de ti todo el tiempo”, eso para empezar es obsoleto. Solo puedes estar encima de un número limitado de personas pero no puedes controlar a todo el mundo.

¿Qué características debería contemplar la gestión pública de la Venezuela contemporánea?
Personalmente creo que necesitamos un país muy flexible, ante la cantidad y variedad de problemas que tenemos, porque mientras más lo centralices más débil nos haces. Debes centralizar algunas cosas como las funciones policiales y de seguridad, en general, pero para la gestión del país necesitas una gran flexibilidad. El país tiene que ser más experimental, estar dispuesto a probar ciertas maneras de hacer las cosas. Por ejemplo las escuelas se pueden manejar de manera eficiente en el Zulia, pero quizá hay otros métodos para Táchira, igual con los hospitales, etc. eso es descentralización real. Necesitamos experimentar porque no sabemos cuáles son las soluciones en muchos ámbitos. Es tal la complejidad de problemas que, si tratamos de homogeneizar a la fuerza, con seguridad pondremos una torta homogénea, un pastel tremendo. Lo menos que he visto es creatividad en esta gestión, puras fórmulas compradas en boticas: más militares y más control, siempre es así.

Si le dieran el poder de cambiar una sola cosa del país ¿cuál escogería?
Los problemas del país son muchísimos pero, si me acorralas y me pones una pistola en la sien para que yo mencione una sola cosa que cambiaría, respondería que todo el mecanismo de resolución de conflictos que es fundamentalmente el sistema judicial. No me ocupo de más nada y después muchas cosas se darán por añadidura.

¿Cree mucho en el poder de la justicia?
Creo mucho en el poder de los mecanismos judiciales de resolución de conflictos. No me importa que todo quede igual pero si un abuso del gobierno puedes llevarlo a una instancia judicial, donde puedes denunciarlo y alguien sentencia sobre esas irregularidades, entonces puedes llevar al país hacia algún lado. Pero sin eso no vamos a ninguna parte. No creo en paz o armonía fundamentadas en la buena voluntad de alguien.

¿Piensa que el ciudadano se siente perdido en medio de la retórica política de ambos bandos?
Absolutamente perdidos porque pareciera que nada tiene que ver con sus necesidades. Por ejemplo ante el pobre funcionamiento de los hospitales nadie puede hacer una denuncia ante un tribunal. Hay maneras jurídicas de hacerlo, pero en este momento eso no tiene sentido, esa demanda no va a ningún lado. Si no tenemos árbitros institucionales, no vamos a salir de esta crisis, con seguridad vamos hacia un conflicto muy serio.

¿Cree que podría repetirse otro estallido social como en el pasado?
Lo del estallido social, puede que sí o que no ocurra, pero la gente no puede cifrar sus esperanzas de cambio en un golpe o una revuelta. No creo en esos automatismos históricos, me hace falta más marxismo para creer en las repeticiones históricas. Este país se puede hundir hasta el infinito.

En los 30 años que han pasado desde la publicación del Caso Venezuela ¿Ha perdido la capacidad de asombro?
Para nada, si aún estoy esperando para ver si vamos a bañarnos en el Guaire. Esa es la poética socialista. Chávez manejó más dinero que ningún otro presidente, recordemos que Caldera cerró su gobierno con el barril de petróleo a menos de 10$, hay que ver lo que pasado desde entonces. El petróleo es un flujo importante de recursos, lo que pasa es que lo han manejado tan mal que ya no alcanza y tenemos deuda. Esta es la revolución que más plata ha recibido y ha repartido mucho hacia afuera, pero convirtió al Estado en un ente fragmentado. Hay una cantidad de grupos tratando de apoderarse de una parte del ingreso, con una mezcla terrible y una gran competencia para ver quién agarra más.

¿Y cómo quedan las denuncias de corrupción hechas en los últimos años?
La corrupción siempre está asociada a dos cosas. Lo primero es el mal diseño administrativo al poner tantas dificultades para hacer un trámite, mientras más controles pongas, hay más corrupción porque crece la discrecionalidad en el sistema. Lo otro es que hay una gran fragilidad institucional si tú sabes que hay corrupción en algún lado, no tienes donde ir para denunciarlo y que pase algo. Porque hay instituciones pero no funcionan, se denuncia y no pasa nada. Desde mediados de los ochenta aparece el tema de la inseguridad personal ese problema, en su manifestación más grave, es el aumento progresivo de la probabilidad de morir asesinado para todos los venezolanos. Curiosamente en tiempos revolucionarios esa probabilidad es mayor para quienes menos tienen. En los sectores populares la probabilidad de morir es mayor.

¿Cuáles son los cambios que ha notado en el venezolano actual?
Creo que el venezolano se ha ido volviendo respondón, aunque la gente diga que hace colas sin quejarse. Aún estoy esperando esas reacciones, porque ya no somos como antes. Ahora se cuestiona al poder más fácilmente, tanto hombres como mujeres, jóvenes y viejos, pero ¿logrará articularse eso en un movimiento social importante?, está por verse, pero ahí hay una base. La estadística de protesta social muestra un desarrollo sostenido de la conflictividad y no nos olvidemos del detalle de que hay un control, cada vez más duro, de la prensa. De hecho eso logra ponerle sordina, a muchas expresiones de esa protesta.

¿Puede ser gobernado un país bajo la actual situación de incertidumbre?
No lo creo pero cualquier cosa puede pasar acá. Tenemos a Cuba muy cerca como precedente claro, es el gran referente de este gobierno. Hace cinco años nadie creía que íbamos a estar así y ya ni podemos salir del país. Cada año se amplían los límites de mi asombro.

Tomado de: http://prodavinci.com/2014/08/12/actualidad/en-venezuela-ya-ni-siquiera-queda-una-ilusion-de-armonia-ramon-pinango-entrevistado-por-albinson-linares/

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