jueves, 7 de agosto de 2014

Aveledo dice que en la oposición hay “un déficit de madurez para detectar el rol de cada quien”

Caracas 06 de agosto de 2014

El dirigente político Ramón Guillermo Aveledo en una entrevista concedida al diario Tal Cual señaló que defiende la idea de mantener el diálogo con el Gobierno porque fue apoyada por la mayoría de los partidos políticos de oposición.

Asimismo, indicó que “en la Unidad existe tensión porque afloran los deseos de predominar, conforme a la naturaleza política” y acotó que a los partidos políticos “sin excepción les hace falta mayor transparencia en sus procesos internos“.

Además, agregó que el plan denominado “La Salida” fue una “gran ilusión y desembocó en una gran frustración”.

Con paso acelerado llegó a la entrevista, revisando documentos y con instrucciones a su asistente nos recibió en el despacho del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro. Hace una semana renunció a la Secretaría Ejecutiva de la MUD y ya extraña los “sabrosos desayunos” que ofrecían en Acción Democrática los lunes, cuando se reunía el equipo permanente del cónclave.

Pero se siente satisfecho porque sigue apoyando a los alcaldes y gobernadores de la Alternativa, se mantiene muy ligado a la Unidad. Él le puso nombre y apellido a la MUD, y es que “en Venezuela a todo le ponen el nombre de alguien”.

Esa personalización perjudicó a la alianza y Ramón Guillermo Aveledo lo reconoce. Las presiones hicieron que saliera de la Unidad. Su posición se convirtió en “punto de desencuentro y polémica entre miembros de la alianza“.

Lejos de lamentarse, Aveledo defiende la idea de dialogar con el Gobierno porque fue apoyada por la mayoría de las toldas, y como secretario debía acompañarla.

La Salida fue “difícil de enfrentar”, confiesa. Las protestas de calle toman su propio desarrollo y “uno tiene que ver la forma de canalizarlo, porque esa era mi función, pero no tenía las herramientas para analizarlo porquesoy percibido como alguien que está en la línea contraria, y no como alguien imparcial, y la verdad no lo era, tenía mis opiniones. Ahí dije que era mejor separarme”.

Tras la “encerrona” se dio cuenta que hay disposición de acercarse, pero también notó las grandes diferencias y que debía distanciarse para no alimentarlas.
Va al por qué del conflicto…

La Mesa tenía un desafío: 2014 no es electoral y nada organiza tanto a los opositores como las votaciones, por eso se reunieron el 6 de enero y durante todo el mes. “El 10 de febrero anunciamos que acompañaríamos la marcha de la prensa del 11 y de los estudiantes el 12. También decidimos por consenso enfocarnos en ampliar la mayoría social, concentrándonos en los temas económicos y el llamado de atención para la renovación de los poderes públicos“.
No obstante, “una parte de los partidos de la Mesa lanzaron `La Salida’ el 23 de enero, obligándonos a dejar para el 24 el acostumbrado acto de la plataforma opositora. A eso se le suma la creación en 2013 de la Movida Parlamentaria, que es una fracción del Bloque Parlamentario de la Unidad, con políticas distintas al grupo en su conjunto”.

El exsecretario ejecutivo afincó que nadie en la Mesa planteó no ir a manifestar y tampoco lo hicieron contra el diálogo. La estrategia era buscar la mayoría social, mientras que Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma “se concentraron en lo político”.

Indicó que la sola consigna de “La Salida” significaba el cambio de Gobierno inmediatamente, y varios partidos no vieron su viabilidad. Sin embargo enfatiza que no hubo delito en ello.

Ve injusto el atropello contra la diputada María Corina Machado, quien fue defenestrada de la Asamblea Nacional, así como las aprehensiones de Leopoldo López, Enzo Scarano, Daniel Ceballos y Salvatore Lucchese. “Eso es contrario a la Constitución y al espíritu democrático. Creo que han actuado en una equivocación política, pero no en un acto criminal. Soy solidario con ellos en lo personal y moral, eso no quita la apreciación política”.

–Muchos decían que la MUD debía dialogar primero con la oposición y luego con el Gobierno. ¿Eso perjudicó su deseo de conciliar al país?
–Venezuela es más de quién que de qué. Este país es muy raro, le ponemos el nombre de alguien a las universidades y a las calles, en otras naciones no es así. Soy un hombre de instituciones y el avance de la Mesa es por el funcionamiento institucional. No tengo actividad partidista desde 1998, en ese entonces renuncié a asumir más nunca a cargos de dirigencia en Copei, pero sigo siendo militante por lealtad. Voy para 64 años y lo que más cuido es la credibilidad, como mi patrimonio.
Le ofrecieron candidaturas para ir a la Asamblea Nacional y la Presidencia de la República, pero las rechazó agradeciéndoles la consideración. Lo destaca porque su relación con todos los dirigentes de la Mesa “es buena”.
Aveledo resalta que conoció a Henrique Capriles cuando ejercía de presidente de la Cámara de Diputados. Gracias a su labor en la Mesa nota que el gobernador de Miranda “ha madurado muchísimo”. “Tuve la oportunidad de tratarlo más y decir que lo conozco mejor”.

–Pero usted criticó los egos en la Unidad en su discurso de renuncia. ¿Esta pelea se da por el dominio de la MUD y el liderazgo de la oposición?
–La Mesa es un reto de poner la cooperación sobre la competencia, en eso hay que ser sinceros. Cuando se habla de la competencia como si fuera malo hay hipocresía o ignorancia. En la Unidad existe tensión porque afloran los deseos de predominar, conforme a la naturaleza política. La Unidad se mantiendrá con la colaboración. La forma de dilucidar los dominios es en primarias y los acuerdos para las candidaturas.

–Usted fue víctima de intolerancia cuando decidió acompañar el diálogo. ¿Considera que a la masa opositora le hace falta entender los principios de la democracia?
–La gente ve a la Mesa como un partido cuando es una figura de persuasión, no tienes poderes ejecutivos. El deber del secretario es defender lo que ordena el grueso de la Unidad. Tenemos un déficit de madurez para detectar el rol de cada quien. En política democrática las cosas no ocurren en el momento que uno quiere, sino cuando se debe. No se puede imponer la cultura política, hay que negociar ­es la capacidad de ceder­. Aquí ha fracasado el modelo de imposición, lo contrario es dialogar. Una guerra civil nadie la decreta y la obligación de la Alternativa Democrática era frenarla. El error es decir que cualquier cosa es mejor que esto.

–Son innegables sus desavenencias con los salidistas. El dirigente de Voluntad Popular, Freddy Guevara, consideró que debía salir porque usted fungía como vocero de Capriles.
–Por respeto a ellos no es mi interés polemizar, pero debo decir que defendí los puntos de vista aprobados en la Mesa por mayoría. Hubo una incomprensión, es que no se puede criticar a quien cumple su rol.

–En los partidos no hay transparencia a la hora de escoger a sus autoridades, no practican la democracia plural. ¿Escondieron sus errores debajo de la alfombra de la Unidad?
–Yo creo que a todos sin excepción les hace falta mayor transparencia en sus procesos internos. Di la cara a conciencia porque creo en los partidos, son más las virtudes que los defectos.

–¿Por qué ve al Congreso Popular como una mazamorra asambleísta?
–La sociedad civil es muy grande, es un mundo diverso. Las Organizaciones No Gubernamentales respetadas, como Cofavic y Provea, no entrarían a este congreso. Tampoco la Unión Nacional de Trabajadores, pero ellos están con el proceso. Esa sería una imitación de gobierno por asamblea, pues siempre hay un cogollo que decide. O sería un tumulto pro mesiánico y eso no sirve.

–Según su análisis, la Constituyente y la Congreso Popular Ciudadano no son viables y los proponentes lo saben. ¿Qué hace que ellos lancen esos planteamientos?
–Me parece que hay una inadecuada apreciación de los hechos. O lo que dijimos antes, van por el control de la Mesa. También pudiera ser una especie de mercadeo para las parlamentarias de 2015 y más allá.

–¿La Salida fracasó?
–El éxito se mide por los resultados. En algún momento el opositor pensó que algunos estaban haciendo algo y otros nada, y en política vale mucho la percepción. La Salida fue una gran ilusión y desembocó en una gran frustración. Y en este proceso de reestructuración hay que hacer autocrítica. En el trabajo de reencuentro esto es lo más difícil: demostrar que se estaba equivocado. El Gobierno no salió, a menos que la salida fuera la mía.

–¿Qué no extrañará de la Mesa?
Los compañeros estaban muy groseros, eso no lo extrañaré.


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