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martes, 1 de julio de 2014

Convivencia entre goles, Luisa Pernalete


Por Luisa Pernalete, 30/06/2014

Voy a hacerles una confesión, yo soy tan experta en esto del fútbol que mi quiniela ha sido una maravilla, pues al principio puse como ganadores los que el resto ponía como perdedores, y de paso, de tanto ver partidos en estos días, me he dado cuenta que es mucho lo que el fútbol nos puede aportar para la convivencia pacífica de este país, de hecho, este fue el tema que expuse en el V Encuentro de Constructores de Paz ( UCAB-27/06/14).

Comparto mis observaciones. Lo primero que veo es que los dos equipos son diferentes, lucen camisa de distintos colores, algunos incluso físicamente son muy diferentes, cada uno ha sido entrenado para ganarle al otro. No podemos decir que son “enemigos”, pero si son contrincantes que buscar vencer al otro equipo. Cada equipo canta el himno de su país, o sea, que la procedencia es distinta también.

Se saludan – no escucho que nadie le diga al otro “barriga verde, nariz puyúa”, pero está clarísimo: ¡son diferentes! Segundo, vemos que durante el juego, esos “contrincantes” siguen las reglas, y si las transgreden, normalmente son sancionados, independientemente del equipo al que pertenezcan. En tercer lugar, a veces se ayudan, por ejemplo, cuando algún jugador le da calambres –he visto imágenes que reflejan eso-, incluso se ha visto que durante el partido hacen chistes, como en ese juego donde Messi hace algo indebido, acusa uno de un equipo africano y éste le hace una seña como diciéndole: “¡no fui yo, fuiste tú, picarón!”.

En tiempo de juego todo el mundo sabe que hay unas reglas, también lo saben los seguidores, está claro para cuál falta hay tarjeta amarilla, y para cuál hay tarjeta roja. Nadie se inventa una tarjeta, digamos, morada, que sirva para sacar del juego al que le caiga mal al árbitro. También vemos que estos, los árbitros, tienen franelas distintas a la de los jugadores, se supone que son imparciales. También vemos a los seguidores: son muchos de un color y muchos del otro, aúpan a su equipo de preferencia. Si insultan a los del equipo contrario o agreden, pueden ser sancionados según su falta… Al final, unos ganan y celebran, otros pierden, y lloran, pero nadie teme por su vida. Se dan la mano y a veces hasta intercambian franelas.

Veía todo eso, partido tras partido, y me quedé pensando: “¿No podríamos tener algo de fútbol en Venezuela?”.

Piensen conmigo: reglas claras- en la familia, en la escuela, en la comunidad, en la calle-. Necesitamos normas que pongan límites razonables a los niños, a los alumnos, a los maestros, a las autoridades, y junto con las normas, “las tarjetas” para las sanciones.

Necesitamos árbitros imparciales que puedan aplicar las sanciones cuando las normas no se respetan. ¿Qué tal si formamos “jueces de paz escolar” para que los niños aprenden a resolver conflictos por vía pacífica? ¿Qué tal si los jueces se ganan el respeto de todos los ciudadanos por la sana aplicación de la justicia?

Necesitamos, también, que “los unos” reconozcan a “los otros”, así como los jugadores de un equipo reconocen a los jugadores del otro equipo y se llaman por su nombre y no con etiquetas que nublan la razón y generan descalificaciones sin ni siquiera escucharse.

¿No podríamos ayudarnos los “contrarios” cuando hay “calambres”? ¿No podríamos tener una Asamblea Nacional discutiendo argumentos diferentes y respetando reglas del juego para todos?

De paso, cuando observaba, en ese estadio imaginario del país, a la tribuna llena de gente, vi, con mi mirada iluminadora, muchas “flores de loto”, un jardín invisible de gente buena, que por la bulla del jugo, a veces creemos que no existe, pero eso será tema de otra columna.

El lema de la RAS – Red de Acción Social de la Iglesia – es “Hablando se entiende la gente”, yo creo que podemos decir que también “Jugando se entiende la gente”. Eso sí, que el juego sea limpio y democrático.

http://sicsemanal.wordpress.com/2014/06/30/convivencia-entre-goles/

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